domingo, 31 de mayo de 2009

Refúgiate bien, pequeña puta.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Imbécil

Érase una vez una niña un tanto estúpida, intútil y tonta. Cualquier sinónimo de imbécil era parte de su vocabulario, y de su forma de ser. No le gustaba nada de lo que hacía, pero tampoco hacía nada de lo que le gustaba. Su afición preferida era coleccionar quejas, y hacerlas tan grandes como sus mentiras, hasta que, de tanto estirar, se rompían, y una lluvia de mierda caía sobre su cabeza. Pero la niña no se resistía, cogía otra queja más y estiraba con todas sus fuerzas. Así se pasaba el día, bañándose en las heces de sus entrañas, mientras dejaba que la vida se le escapara por la puerta de atrás. Ella sabía que tantas quejas y mentiras no eran buenas, pero vacilaba al destino, y seguía jugando. Hasta que un día, la cosa se le fue de las manos. Y la niña acabó ahogándose en su propia montaña de mierda, por estúpida, inútil y tonta. Por imbécil.

viernes, 15 de mayo de 2009

Nubes devoraiglesias


¡Corred! ¡Venid todxs a verlo! ¡Las nubes intentan comerse a su santidad!


¡Es un milagro!

jueves, 14 de mayo de 2009

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Y como un susurro en la nada murió, sin poder despedirse del viento, ni de sus entrañas, ni de todas esas palabras que un día dejó caer sobre la arena. Se fue, dejando que un humo denso y solitario le cubriera la cara mientras esperaba la muerte.

domingo, 10 de mayo de 2009

sábado, 2 de mayo de 2009

No me gusta..

..estar apática, ni triste, ni que unas cuantas canciones me dejen en trance. Ni atiborrarme de recuerdos para vomitar lágrimas, ni querer y no poder, y mucho menos poder y no querer. Tampoco me gusta madrugar, ni desayunar sola, ni dormir sin sábanas. No me gusta no saber qué hacer, ni perder el metro, ni las judías verdes. Ni que no me cojan el teléfono, ni llegar tarde a las citas, ni las playas de Valencia. Tampoco me gusta el sonido del despertador, ni empezar un libro sin haber leído la última frase, ni que me sangre la nariz. No me gusta la resaca, ni montar en bicicleta, ni las sandalias, ni las falsas esperanzas. Ni que se me aceleren demasiado los latidos sin motivo alguno, ni los mecheros que ya no funcionan, ni quedarme sin papel, y sin tabaco. Tampoco me gustan los silencios incómodos, ni los domingos por la tarde, ni los nudos en el estómago, ni soñar demasiado.