Quiero vivir atropellada, y que tus neumáticos me despierten cada mañana con cosquillas en las costillas, que mi indecisión se pierda en la autopista de lo razonable y me deje en paz, que no me dé miedo bajar de la acera, ni correr por la carretera sin que me cojas de la mano. Quiero que los mordiscos en las mejillas se salten los semáforos, que haya un polvo esperándonos en cada gasolinera, que las palabras feas se escurran por el alcantarillado de la ciudad, y las bonitas se divulguen en los paneles de tráfico. Quiero que los callejones sin salida se manchen de latidos, que nuestros pasos se queden grabados en el asfalto. Que me atropellen las prisas por darte un beso.