Empezó mordiendo
despacito sus sueños,
esparciendo las migajas
por su adorada utopía.
Pasito a paso,
sin hacer mucho ruido,
atrapó las esperanzas
en sus entrañas,
y abrazó cálidamente
a la voz de su conciencia.
Le daba miedo
mirar hacia delante,
pero al final decidió
dejar que las nubes
siguieran su camino,
antes de que la luna
consiguiera devorarlas..
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