Ya no queda tiempo para jugar a ser poeta. Las nubes devoran los segundos, y a veces parece que se nos vaya a acabar el aire. Las noches se inundan con tanta nostalgia, ignorando la luz que se cuela sigilosamente por la ventana sin que nos demos cuenta. Hemos abandonado tanta palabrería absurda para dejarnos llevar por muchos mimos y pocas nueces. Nos sangran las heridas de tanto tropezarnos y levantarnos y plantarle cara al miedo (por fin). Apenas recordamos los pocos sueños que teníamos, pero al menos el otoño todavía pretende ser verano, y con unas copas de más, los lunes intentan parecer menos lunes.
1 comentario:
esperando aquí en un rincón a los que jugaban a ser poetas - son esas palabras absurdas, y ahora mudas, las que le dan un poco de aire a los sueños que tienen meses asfixiándose.
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