viernes, 9 de mayo de 2008

Pies

Estoy sentada en la repisa de la ventana, con los pies colgando, y una maceta de margaritas haciendo equilibrios por no caer. Observo la calle, y tú no estás. Ni él. Ella tampoco. Vosotros no estais. No hay nadie, se han marchado. Os habeis marchado. Pero en mi contestador no está tu voz. Hace más de un mes que mi teléfono no suena. El cartero ya no trae cartas selladas, y la vecina de arriba ya no llama a mi puerta para pedirme que baje la música. Ahora todo es silencio y soledad, cenizas que huyen con el viento como huísteis vosotros con mis sonrisas en los bolsillos.
Hay demasiados coches en esta absurda ciudad. Decenas de colores se mezclan bajo mis pies, y siento el olor de gasolina acariciando mi paladar. Ha llegado la hora. Mi corazón se ha estrellado contra el suelo, y yo he ido tras él. Pero no pasa nada. La maceta de margaritas sigue en pie.

1 comentario:

David dijo...

Que quieres que te diga, me has dejado sin palabras, así que lo mejor que puedo hacer es no decir nada.