Un acorde final
acaricia el silencio
de la amarga despedida
que un beso selló
antes de quemar
la poca realidad
que quedaba en tus pupilas,
deseosas de gritar
versos a la madrugada,
sedientas de escuchar
una voz que despierte
latidos insonoros
que nunca tuvieron dueño.
De tanto soñar mentiras
se me ha escapado el tiempo.
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