Mi sonrisa acarició
cada poro de tu piel,
y el olor de tu mirada.
Tu corazón
dejó de latir con fuerza,
sin pedir permiso alguno.
Mis alas descosidas
intentaron susurrar
perdones al amor.
Tus palabras hendieron
tres ilusiones
y un sueño confuso.
Mi voz se agrietó,
y un silencio temido
arropó el final de la noche.