miércoles, 24 de diciembre de 2008

Veintisiete de agosto

Tengo un nudo en el estómago que ha matado mi voz. Sonrío y lloro al mismo tiempo, sin querer saber porqué, pero conociendo todas las razones. Un sinfín de recuerdos se acumulan en mi cabeza, golpeándose, intentando esquivar el paso del tiempo, sin conseguir resultado alguno. Se esfuman, se van, como las olas en el mar, como la luna en la mañana, como la vida en nuestras almas. Una triste melodía de fondo ambienta esta oscura velada, donde sólo estamos mi soledad y yo, compartiendo unas copas de más, y unos cuantos deseos incumplibles. El genio de la lámpara escapó meses atrás de nuestra casa, y la suerte se escondió bajo las espinas del ayer. No hemos vuelto a verles.

En silencio, recorro por última vez cada rincón de la azotea. La vida me da vueltas, me marea la realidad. Huele a tormenta en cada paso que avanzo, a desesperación, a algún que otro estatequieta,porfavor. Ya no hago caso a las palabras que grita el viento. Por experiencia sé que obedecerle nunca sale bien. Nunca. Un niño juega con su pelota azul en el parque del olvido. Le observo desde la azotea. Parece feliz, un trozo de goma pintado le hace sonreír. Sería jodidamente egoísta fastidiarle un momento tan bonito a un pobre chaval. Pero el ego me puede, y domina mi cuerpo, sin dejar que el sol, el presente, los recuerdos o cualquier impresentable que aparece a última hora me impida saltar.

2 comentarios:

[..La chica triste que te hacía reír..] dijo...

El problema de todo es repetirme cada vez que te leo. Pero es que me encanta tanto lo que dices que sin querer me siento identificada con cientos de las imágenes que muestras entre coma y coma.
La vida está llena de gritos que nos mantan que estemos quietos. Esto no se toca, niña con esto no se juega. A mí me recueran al juego ese que se jugaba cuando todavía nos divertíamos con un trozo de plástico azul en el que todos corrían y de pronto alguien gritaba: Pies quietos. Y todos debíamos parar, y dejar de escondernos. Del que pagaba, que era el malo y nos pillaba. Y en este juego no bastaba un "Mare por todos mis compañeros".
Pues ahora el malo también existe, también nos escondemos y también nos paran los pies. Pero ahora ya de mayores, sin final de juego, sin pelotas azules y sin risas al final.
Ahora ya no...

[..La chica triste que te hacía reír..] dijo...

*Mandan, que no mantan. Y *recuerdan, que no recueran. Que me embalo me embalo y traspiés al canto.