viernes, 19 de diciembre de 2008

1 : 32 : 58 PM

Un dulce susurro acaricia cada poro de mi calma. Una mirada mojada en alcohol me dedica una sonrisa. Trescientos escalofríos y dos mil mariposas se pasean por mi espalda, resbalando en el corazón, anudando la boca del estómago y dándome mordisquitos en la lengua sedienta. La yema de unos dedos que no existen dibuja una espiral en la palma de mi mano, y vuelo con cada roce, esperando que se repita una, y otra, y otra vez más.

1 comentario:

maloles dijo...

Cuando te leo, a cada frase cierro los ojos. Es como soñar.

Muas