Un dulce susurro acaricia cada poro de mi calma. Una mirada mojada en alcohol me dedica una sonrisa. Trescientos escalofríos y dos mil mariposas se pasean por mi espalda, resbalando en el corazón, anudando la boca del estómago y dándome mordisquitos en la lengua sedienta. La yema de unos dedos que no existen dibuja una espiral en la palma de mi mano, y vuelo con cada roce, esperando que se repita una, y otra, y otra vez más.
1 comentario:
Cuando te leo, a cada frase cierro los ojos. Es como soñar.
Muas
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