Siento frío
cuando no acaricio
las líneas
de tus manos
arrugadas
por el paso
de los años
y el silencio
del otoño,
cuando no despierto
con tu lengua
en mi ombligo
cantando
a la luna
que una noche
nos iluminó,
cuando no abrazo
un pedacito
de tu espalda,
rodeada de
miradas ajenas
que tienen envidia
del color
de la esperanza.
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