Intento encontrar el consuelo en desconocidos, como la mayoría de los mortales. Y como dices que soy una pesada, y que insisto demasiado, te dejo en paz... Hasta que vuelva a acordarme de ti. Mientras tanto, juego al Tinder, y digo que no, no, no, no, sí, no, no, no, match, no, si, no, Co tam? Quién eres? Qué quieres? Y así sucesivamente. Palabrería absurda para alimentar un poco mi autoestima. Consuelo de tontas que hoy cenan cariño de segunda mano, y sin abrazos siquiera. Y yo me quedo pensando en toda la mierda que dije y que hizo que te marcharas, y tú vuelves a casa solo, y te masturbas pensando en cualquiera en la cama que rompimos hace meses de tanto follar.
miércoles, 29 de mayo de 2019
domingo, 26 de mayo de 2019
Szczęście
He empezado y acabado el fin de semana de la misma manera: metida en un bañera.
El primer baño fue para ahogar dramas,
y el segundo para dejar que el cuerpo descansara por fin.
Entre uno y otro han habido cuarenta y ocho horas sin nuevas tecnologías, contacto con la Pachamama y mucho amor.
Y es que a veces el alma sólo necesita un poco de desconexión para volver a conectar.
martes, 21 de mayo de 2019
Moze być
Cuando llegué a Polonia, escribía un diario a mano. Cada día. Lo apuntaba todo. Con quién había tomado una birra, qué había hecho en el trabajo, a quién me había encontrado en el súper, los martes librería, los sábados kalambur, los viernes también, liarme con uno, repetir, liarme con otro, y que si tontería para arriba y tontería para abajo, y drama, y otra vez Kalambur, y más amigos nuevos (llamémosle amigos llamémosle X) , y que si escribo sólo la inicial del chico que me gusta porque hablo tanto de él que me canso de poner el nombre entero, que si me voy de viaje, que si vuelvo... Apuntaba todo lo que era irrelevante, mi día a día, lo que hacía, lo que iba a hacer. Algún sentimiento que otro, pero poco protagonismo para ellos.
Y fue empezar a trabajar, y olvidarme de mi diario. Lo intenté varias veces, siendo más escueta, más precisa. Queriendo ser más profunda. Pero nada, no funcionó. Intento vaciar mi mierda en una hoja en blanco pero no sale.
Así que de vez en cuando me paso por aquí, a mi libreta adaptada a las nuevas tecnologías, y encima lo hago público, que mola más.
Y me muero de sueño, pero quiero contarme (sí, a mí, porque soy de las pocas que me voy a (re)leer) que este año está siendo larguísimo, y que sé que dentro de un tiempo, cuando esté sentada en la terracita de mi casa a la orilla del mar (alquilada, por supuesto), recordaré todo este jaleo y pensaré en lo fácil que fue al final y en lo que me gusta dramatizarlo todo.
Porque joder, hace dos años pensaba que jamás viviría en otro país, ni que saldría de Catalunya, ni que tendría amigos de media Europa. Y ya ves, de repente volví a la tercera adolescencia, y aquí estoy, compartiendo piso otra vez, con dos polacos y dos gatos, trabajando en un idioma del que no entiendo prácticamente nada, leyendo las etiquetas del supermercado a la velocidad de la luz, y maldiciéndome a ratos por haber decidido decir adiós a este rinconcito de Polonia que tanto me gusta, que tanto me da, pero que por cabezona y digámosle vocacional no me aporta lo que quiero laboralmente. La señora educadora social quiere trabajar sólo de educadora social, y en su idioma, por favor. No vaya a ser...
Pero bueno, la decisión está tomada. Voy a ser optimista, y a cruzar los dedos para encontrar otro rinconcito que me guste tanto como este. O más.
El año del cerdo está siendo horroroso, pero algo me dice que el que viene será mejor. Y ese algo soy yo, que si no espabilo el drama se me come.
Venga, que nos vamos a por una nueva aventura, pequeña de culo inquieto. Y ya verás como va bien. Estoy segura. Bueno, moze być.
miércoles, 15 de mayo de 2019
M.
Hoy, Marina no tiene ganas de hablar.
Marina tiene ganas de sol, de perderse en el mar, de levantarse temprano, ponerse el albornoz, salir al balcón y respirar aire fresco. De tomarse un café sin azúcar, a veces acompañada, a veces sola. De trabajar en algo que le guste, que no le dé miedo, que le haga crecer. De viajar de vez en cuando. De sentir que por fin tiene un hogar. De dejar de echar de menos y perderse en la nostalgia. De olvidarse de tranvías y reconciliarse con la bicicleta. De no solucionar todo con unas birras de más. De leer antes de dormir, y mientras se hace la comida. De cuidar gatos ajenos. De querer de verdad. De abrazarse a quien le abrace. De dejar de soñar en voz alta y empezar a volar.
Marina, la que siempre llega tarde a los sitios pero con la mesa puesta.
S.
Siempre me dicen
y me digo
que todo saldrá bien,
pero cuando se va el sol
antes de tiempo
y la primavera nunca llega,
parece que de mi boca
sólo salgan mentiras.
Y todo será un drama,
porque yo lo valgo.
martes, 14 de mayo de 2019
Y.
Y sentir.
Quería escribir "y dentro de nada" pero el autocorrector ha cambiado dentro por sentir.
Y siento demasiadas cosas. Tantas, que estoy a punto de vomitar sentimientos e ideas de olla y pajas mentales y mierdas en vinagre.
Porque me encantan los cambios pero los llevo fatal. Porque no quiero decir adiós y la nostalgia de algo que todavía tengo ya empieza a sentirse.
Y quiero que todo fluya, y que sea fácil.
Y todavía le echo de menos, como una jodida adolescente.
Y soy tan tonta que el drama de hoy no es que me voy y que tengo que encontrar un trabajo, una casa, unos amigos y una nueva vida. El drama es que él sólo habla de molletes y lentejas y se olvida de preguntarme cómo estoy.
Pero me he comido una ensalada y una magdalena de chocolate para consolarme.
Y mañana va a amanecer dos horas antes de que suene el despertador.
Y joder, que algunos sienten muy poco y otros sentimos demasiado.
Y escribo todo esto mientras meo, porque la taza del vater es el único sitio dea casa que me da paz. Kurwa ja pierdole.
sábado, 11 de mayo de 2019
About last night
Volar está sobrevalorado pero, cuando por fin dejas que todo fluya, agitar las alas y dejar de rozar el suelo se convierte en una necesidad. Y por fin el mundo se deshincha, y la vida pesa veinte kilos menos. Y ya no nos da miedo la noche, ni el mañana, ni la luna que se esconde. Que volveremos a tener hambre de locuras, que nuestras palabras se las llevará el viento, pero joder, que no se olvide de nosotras y nos arrastre con ellas, y que se calle la conciencia, y que venga el invierno y el verano y lo viejo y lo nuevo y todo, y vamos a vivirlo, que con soñar de vez en cuando ya no nos basta.
Déjate llevar, que a la improvisación no le hace falta filtro.
sábado, 4 de mayo de 2019
Diez.
Y sin haberlo planeado, he vuelto a diez años atrás. Conciertos en la calle, quedada con los compis de uni, charlar de cómo arreglar el mundo (porque somos educadoras, y las utopías se nos dan bien), beber cerveza, juntarse con los otros compis, sentirse fuera de lugar (aunque sean un amor), echar de menos la cama y volver a casa sola y en metro (Bueno, hace diez años no podías volver en metro, pero ahora la ciudad mola más, y hay metro nocturno, así que te ahorras el taxi).
Pero hace diez años acababa de terminar la carrera, y seguía viviendo en casa de mis padres, y no sabía de qué quería trabajar, lo cual lo ponía todo más fácil. Y sabía estar sola. Y pensaba que tenía tiempo de sobra para hacer todo lo que quería. Y no pensaba ni en el dinero, ni en las cosas que dejé atrás. Porque estaba fuerte, y sabía que si quería me comía en mundo.
Y ahora tengo unos cuantos zlotys en la cartera, y puedo decir que estuve enamorada, y que a veces me atraganto con tanta nostalgia. Y que no tengo casa, ni lugar en el mundo. Que sigo siendo un culo inquieto pero con unos cuantos años más, y soy más exquisita, y eso lo complica todo. Que cuando creo que he encontrado la estabilidad me entra un ataquito y me tengo que ir. Y sólo de pensar que estoy a punto de dejarlo todo sin tener un plan B me mata. Y que si no espabilo o la suerte no me acompaña voy a tener que volver a la vida que tenía hace diez años. Y si, joder, que han puesto metro por la noche, y eso es maravilloso, pero que el último pase antes de las dos me corta el rollo. Ya no estoy para estos trotes.