Hace casi diez años conseguí que un señor se suicidara en su garaje mientras retransmitían un partido de los Lakers.
Ahora tan sólo soy capaz de dibujar algunos dramas de desamor y pequeñas crisis existenciales sin importancia.
Será que con los años me he ablandado, y se ha dormido mi imaginación. Al menos, empiezo a hablar desde las entrañas. Y eso es lo que necesito.
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