viernes, 25 de diciembre de 2009

La niña de las trenzas deshilachadas pasaba la noche quemando pulmones con caladas ajenas, ahogando hígados con tragos de más, mordiendo lenguas que no querían ser amadas..

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Calle Tesoro

Habían más de ocho coches en el aparcadero de la colina. De todos salían gemidos y cristales empañados por placer. De todos, menos del cadillac verde. En ese auto sólo se escuchaba una emisora desconocida de fondo, mientras los dos pasajeros se miraban de reojo. Ella, una joven quinceañera, enseñaba su rebeldía adolescente con un escote bien marcado, pero todavía quedaba algo de niña en ese lazo que adornaba su cabeza. Él, en cambio, quería hacer creer que era un rebelde sin causa, un dieciochoañero que podía con todo, equipado con su chupa de cuero, sus vaqueros desgastados, y una chulería que más de una vez le había fallado. Hacía apenas tres semanas que empezaron a salir, pero todavía no habían pasado de los cuatro besos y las cinco carantoñas. Él no paraba de intentarlo, y esa noche volvió a hacerlo. Disimuladamente, subió la mano por la rodilla de ella, intentando refugiarse entre su falda, pero rápidamente ella le apartó, enojándose, justificando que era demasiado pronto, que todavía no estaba preparada para ello. Pero él usó la táctica que nunca falla. Le susurró al oído que nunca había estado con nadie como ella, que le recorrían escalofríos con solo escuchar su nombre, que sabía que aquella noche tenía que ser la noche. Que estaban hechos el uno para el otro, y con eso les bastaba. Intentó acariciar su pierna de nuevo, y ella dejó de quejarse. Él avanzó lentamente, dibujando espirales en cada poro de su piel, hasta acariciar con suavidad la puntilla de sus bragas. Ella se estremeció, y llena de nervios, empezó a rebuscar en su bolso. Sin pensárselo dos veces, sacó las llaves de casa, y con una mirada le dijo todo lo que necesitaba para que cogiese el volante y apretase a fondo el acelerador. Subieron a casa a trompicones, entre risas, besos y mordiscos. La ropa iba esparciéndose por el pasillo. Corrieron, con la respiración entrecortada, hasta llegar a la habitación de sus padres. Ya estaban completamente desnudos. tumbados en la cama, comiéndose a bocados las ganas de hacer el amor. Ella se asustó. Nunca había visto un pene, y menos en erección. Pensar que eso iba a entrar dentro de ella le hizo sobrecogerse. Pero él le acarició lentamente la sonrisa, los pezones, el ombligo, el clítoris, incluso el corazón, y ella empezó a relajarse, hasta que se dejó llevar. Sintió que él ya había entrado, que todo iba cada vez más desprisa, y a la vez más lento, que perdía la noción del tiempo, y que estaba en un cielo que jamás había saboreado. Gritó con fuerza, y cuando volvió en sí, vio la cabeza de su novio apoyada sobre su pecho, murmurándole versos y humo entre los labios, hasta quedarse dormidos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Lidia

Lidia ya tiene trece años. Mañana es la fiesta de cumpleaños de Marta, y su madre le ha prometido llevarla al centro comercial para comprarse un conjunto para la ocasión. Todavía no se lo ha dicho, pero Lidia quiere convencer a mamá para ir a esa tienda que tanto le gusta a su hermana, porque ya no es una niña. Se está haciendo mayor. Hace tres meses que recibió su primer beso, y la semana pasada dio su primera calada. Además, está empezando a enamorarse, y ya se sabe que eso es cosa de adolescentes, y no de niñas. Jorge le acelera el corazón cada vez que se cruzan por el pasillo y él le mira de reojo dedicándole una sonrisa. Mañana irá a la fiesta, por eso Lidia espera estar más guapa que nunca. Quiere comprarse una de esas faldas que quedan por encima de las rodillas, y una camisa algo escotada. Ha leído en alguna de las revistas de su hermana que es más fácil seducir a un chico cuando le saludas con las piernas y te despides con el canalillo. Además, va a estrenar su primer sujetador, de color rosa clarito, heredado de su hermana mayor. También quiere pedirle que le maquille, no demasiado, pero sí lo suficiente para gustarle a Jorge, y conseguir ese beso que tanto ansía. Pero Lidia no puede hacer nada desde su cielo. Lidia está muerta. Y todo por culpa de un padre desgraciado que no supo parar a tiempo.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Y la pobre niñita, viendo cómo su globo rojo se le escapaba de las manos, gritó esa palabra que hacía nudos con su intestino, retorcía la boca de su estómago, despertaba sus ganas de vomitar y arañaba sus ansias de vivir. A s f i x i a.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Seiscientos rojo

Tenía un seiscientos rojo. Rojo intenso, "como tu espíritu", solía decirle su padre. Cuando ponía en marcha esa cafetera que se hacía llamar coche, todo el mundo le miraba. En el centro comercial, en la playa de moda, en la salida del bar. Su motor estridente y su chapa abollada por los golpes de los años se convertían en el centro de las miradas, despertando disimuladas risas al compás de sus andares. Pero a él le daba igual. A veces, hasta le gustaba. Le excitaba que desconocidos transeúntes se detuviesen a observarle, a su coche y a él. Los días con demasiado tiempo, incluso reducía la velocidad para poder alargar este pequeño placer. Lo que más le agradaba es que esos ojos desconocidos, que le miraban con ingeniudad, no sabían nada del seiscientos, ni del greñudo con barba de seis días sentado al volante, ni de los polvos que se habían vivido en el asiento de atrás. Aun así, los observadores asentían con la cabeza cada vez que le veían, creyendo conocer todo sobre él. Que el coche era sacado del desguace, que el greñudo al volante gritaba paz y amor todos los días al levantarse, tenía un zoológico de piojos en su cabeza y era vegetocomunista activo, y que el asiento de atrás estaba decorado con esperma y fluidos vaginales de personas desconocidas para el conductor y para los propios amantes de una noche, que dejaron su huella en ese coche follando con unos y con otros.. Cómo se equivocaban. Marcos vivía en un barrio residencial, con tres sirvientas y cinco súbditos, y prefería conservarse virgen; trabajaba como jefe de guerras clandestinas en callejones de la ciudad - Un oficio desconocido, pero bien remunerado. Sus víctimas favoritas eran los niños descalzos con restos de mugre alrededor de su corazón-, y su melena tan sólo era fruto de un deseo, que un día u otro llegaría a cumplir: Poder limpiarse el culo con su larga cabellera, el sueño de muchos americanos adictos a extraños estupefacientes que distorsionan demasiado la realidad. Su espíritu rojo se había desteñido. Todos los principios en los que creyó se habían ido a la mierda. Y eso le gustaba.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Allí estábamos, tú y yo, roedados de miradas atónitas, demasiado conocidas, que observaban el ovillo que habíamos construido con nuestros cuerpos en el sofá de la habitación. Practicábamos sexo sin penetración, silenciosamente, mientras la cremallera de tu pantalón jugaba con mis medias de rejilla..
Se me han caducado los latidos, y las palabras, y las papilas, y las pupilas, y la saliva, y todo todito todo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Tengo un agujero enorme
en mi pequeño corazón.

jueves, 15 de octubre de 2009

Amor propio.

Ahogué las ganas de llorar, callando la respiración contra la almohada, mientras la yema de mis dedos, cansada de tener que acompañarme en las frías noches de verano, se distraía dibujando corazones deformados en los rincones de la cama. Mis ojos se perdían en cada movimiento, siguiendo el ritmo con las pupilas. No veía simplemente líneas, sino que dentro de cada garabato había algo extraño. No podía distinguirlo, pero cada vez que acariciaba uno de esos corazones, mis latidos susurraban pequeños orgasmos. Poco a poco, fueron alzando la voz, y extendiendo por mi cuerpo el cosquilleo que se había apoderado de mis sábanas. Por un momento, me imaginé al vecino del tercero gritando de placer al oír los gemidos que emitía alguien que no era yo. Busqué mi dedo pintacorazones, pero ya no estaba perdido entre garabatos. Se había escondido entre mis piernas, jugando a pintar espirales de amor. De amor propio. Y me dejé llevar.

viernes, 9 de octubre de 2009

Putxs, alcohol y literatura.

"Amaba la vida. A su manera. Amaba el alcohol. Las calles. Las mujeres fáciles. Amaba el día y la noche. Amaba aquello que él denominaba la mala literatura. Y todo, bajo el prisma de un hombre que no tenía dueño, tan sólo comprometido con la bebida y con su vieja máquina de escribir. Odiaba el trabajo. La vida ordenada. Limpiar los platos. Cortarse las uñas. A los críticos literarios. A los escritores. A la gente que nunca le invitaba a un trago."




F.Rodríguez -Bukowskiando-

martes, 29 de septiembre de 2009

Dr Mr

La niña de la sonrisa torcida quiere y no puede, puede y no quiere. Le enseña los dientes a la vida y, a la hora de morder, se le encoge la rabia, y la inocencia se asoma por los poros de la piel. No deja de reír ante la muerte, y llora al saborear pedacitos de felicidad. Todas las mañanas, con un vaso de leche en la mano, se monta en la montaña rusa de esa cosa a la que llaman vida, para dar paso a su inestabilidad emocional. Y sube, y baja, y vuelve a subir, y baja de nuevo. Su madre siempre se lo decía, antes de que la niña de la sonrisa torcida le asesinara después de un cálido abrazo: "Cariño, no sé a quién has salido, pero tu vida parece una traducción barata de Dr Jekyll y Mr Hide."

viernes, 25 de septiembre de 2009

Underwater


Con las entrañas encharcadas y los recuerdos mojados, la vida sabe un poquito mejor.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Blablabla


Sin saber porqué, te eché de menos una noche más, a pesar de haberme prometido tropecientas veces que no volvería a hacerlo, que ya había pasado demasiado tiempo, que no valía la pena seguir con tantos sueños. Sin permiso alguno, sentí tu lengua recorriendo mi boca, aunque estabas a kilómetros de distancia. Tus manos dibujaron espirales en mi ombligo, y un suspiro entrecortado intentaba contarme secretos al oído. Un escalofrío recorrió toda mi piel, pero un calor conocido me arropó bajo la luna. Era el último día que pasé entre tus brazos, escuchando lentamente tu respiración, haciéndola mía. Y con la mente dormida, los latidos descompasados, y nuestras manos entrelazadas en un mundo de cristal, me perdí entre la realidad onírica que anidaba en mis adentros, con una pequeña sonrisa escondida entre mis mejillas, pero echándote de menos todavía.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Pito, pito

Sentada en el sofá, con un trabajo temporal y sin ahorros, viviendo de alquiler, con el vino y los ganchitos mezclándose en la boca con el humo del tabaco. Ocho gatos y tres perros cubren el suelo del salón, revolcándose entre la mierda de la noche anterior. Películas de porno barato se acomodan en la mesita, y la soledad, de vez en cuando, se presenta sin permiso. "Qué vida más triste", dirían algunos. Pero quien confía en el destino y se deja llevar, no siempre sale bien parado. Son los riesgos del azar.

domingo, 13 de septiembre de 2009

.

Punto y coma
Punto y seguido
Punto y aparte
Punto final

sábado, 5 de septiembre de 2009

En un momento de inconsciencia, perdí la conciencia. Te besé. ¿Y qué? Tus labios eran ásperos como el esparto, arañaron mi inocencia hasta hacerme reaccionar. Me fui, para seguir buscando ese príncipe decualquiercolor que todavía desconozco, que no sé ni si existe, que quién sabe dónde estará..

domingo, 23 de agosto de 2009

Palabras caricias manos entrelazadas miradas indecisas ojos que deciden pequeños besos besos más fuertes cuerpo con cuerpo falta de ropa respiración entrecortada más caricias risas absurdas deseo oscuridad labios mordidos espirales piel sudorosa latidos excitados sentimiento y sensación orgasmo abrazos sonrisa humo otro beso despedida

lunes, 17 de agosto de 2009


Allí estabas tú, en tu pequeño rincón, pero tus ojos ya no brillaban como antaño, la fuerza se te escapaba con la vida. Y al cogerte entre mis manos, sentí tu calor, pero ya no trepaste por mi espalda, ni castañeaste tus dientes; casi ni me miraste. Simplemente estabas ahí, esperando ese sueño del que nunca despertamos. Y dijiste adiós.

Hoy descansas de la vida, con el mar bajo tus pies, acariciando la arena de esa playa que tanto me enamora, y que espero que a ti, desde donde estés, también lo haga. Hasta siempre, pequeña.

jueves, 30 de julio de 2009

Se encaprichó tanto con un sueño
que acabó escapándosele la vida.

miércoles, 29 de julio de 2009

Non

" París non é a cidade do amor,
a cidade do amor é onde ti me digas.
"


lunes, 20 de julio de 2009

Sus dedos atravesaron una cortina de humo que separaba unos labios sedientos de lujuria. Acarició cada poro de su piel con la yema de los dedos, y se dejaron llevar. Tan sólo habló el silencio, y las manos entrelazadas que decían más que cientos de palabras gritando al unísono. El cielo estaba rojo, rojo de alegría y placer. Parecía que todo había sido demasiado agradable como para dejarlo marchar. Pero las nubes reemplazaron a las estrellas, y las manos ya no se abrazaban. Sus miradas cambiaron a la luz del sol. Él se fue, con un nudo en el estómago, y esperando poder volver a reencontrarse con esos labios, aun sabiendo que probablemente nunca volvería a hacerlo. Ella, en cambio, se marchó con una pequeña sonrisa y una página en blanco para empezar a rellenar de nuevo. No le gustaba eso de perderse en los recuerdos.

jueves, 16 de julio de 2009

Era un jodido lunes. Los despertadores gritaban desesperados, ensordeciendo a trabajadores cansados, despertándoles de un profundo sueño. La ciudad se ponía en pie, dispuesta a seguir los pasos del borreguismo de la capital. Pero en la cuarta planta de la sexta avenida, alguien no despertó. El sonido estridente del reloj decidió permanecer callado, dejando que su víctima matutina siguiese perdida en sueños viejos y caducados, pero sueños al fin y al cabo.

miércoles, 15 de julio de 2009

,

Esta historia de amor
la inventé yo,
así que yo seré
la que decida
cuándo acaba
y con quién.

jueves, 25 de junio de 2009

Maldito duende

Un duende maldito y retorcido está atando mis arterias y mis latidos con nudos marineros. Cada vez que estira sale disparado un bonito recuerdo, y una arcada de desilusión recorre mi esófago. Todavía noto la presión en mi pecho, el vacío de sentimientos, y es que ya ni siquiera puedo sentir el aire, incluso me cuesta respirar. Pero al duende le gusta verme así. Y por eso me dejo, porque hoy lo hago por él, pero algún día será por mí por quien se aten arterias y latidos, por quien se dejen matar un poquito el corazón.

lunes, 22 de junio de 2009

Y yo con estos pelos

El niño despeinado vivía en una habitación negra, sin cielo y sin amigos. Jamás comprendió por qué le encerraron en ese lugar, olvidó quién lo hizo. Ni siquiera le importaba. Simplemente, se sentaba en una esquina y se mecía en sus entrañas, dejando pasar el tiempo. Observaba a su alrededor. Las paredes oscuras se comían sus ganas de vivir, pero en un rincón sucio y anaranjado, siempre estaba en pie su pequeña esperanza. Unas cuantas flores le daban los buenos días, le hacían compañía, incluso le contaban qué había más allá de aquellos muros. El niño despeinado las escuchaba atentamente, sorprendido con esas palabras que gritaban cielos azules y mariposas inquietas, risas de niños y arena entre los dedos de los pies. Le encantaba saborear cada letra.
Un día, mientras se mecía, había más silencio del habitual. Temoroso, se levantó. Todo se había vuelto más oscuro si cabe. Se acercó hacia el rincón anaranjado que tanto le gustaba. Y vio aquello que no quería ver. Un río de sangre rodeaba a las flores que tantas historias le habían contado. Habían muerto, su pequeña esperanza había muerto. Rebuscó en sus bolsillos algún remedio, algún antídoto, una pizca de vida. Tan sólo encontró una tiza. El niño despeinado recordó las palabras de las flores, y actuó. Tenía que salvar a esos pétalos que tanto le gustaban. Creía que, pintando unas nubes en el cielo y un pequeño sol, las margaritas de sus cosquillas volverían a florecer. Pobre inocente.

lunes, 15 de junio de 2009

A vosotros no os separa el espacio, sino el tiempo...

domingo, 7 de junio de 2009

Indecisión manchada de tomate y helado de chocolate.
Llevo veintiocho días encerrada en casa. Las paredes han empezado a hablarme, y la mugre se esconde bajo mis sábanas, que lloran a gritos desde que duermen solas. Sigo vestida con esa camiseta grisacea que encontré en el parque de atrás, y los dedos de los pies se asoman por los agujeros de mis calcetines azules. Me doy un beso en las rodillas como desayuno. No puedo dejar de morderme los labios hasta hacerlos sangrar. Araño la palma de mis manos cada vez que pienso en saltar y no volar. Adoro escuchar el sonido de la piel rasgada, deshaciéndose lentamente, plácidamente. Se me caen las uñas de tanto esperar(te).

domingo, 31 de mayo de 2009

Refúgiate bien, pequeña puta.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Imbécil

Érase una vez una niña un tanto estúpida, intútil y tonta. Cualquier sinónimo de imbécil era parte de su vocabulario, y de su forma de ser. No le gustaba nada de lo que hacía, pero tampoco hacía nada de lo que le gustaba. Su afición preferida era coleccionar quejas, y hacerlas tan grandes como sus mentiras, hasta que, de tanto estirar, se rompían, y una lluvia de mierda caía sobre su cabeza. Pero la niña no se resistía, cogía otra queja más y estiraba con todas sus fuerzas. Así se pasaba el día, bañándose en las heces de sus entrañas, mientras dejaba que la vida se le escapara por la puerta de atrás. Ella sabía que tantas quejas y mentiras no eran buenas, pero vacilaba al destino, y seguía jugando. Hasta que un día, la cosa se le fue de las manos. Y la niña acabó ahogándose en su propia montaña de mierda, por estúpida, inútil y tonta. Por imbécil.

viernes, 15 de mayo de 2009

Nubes devoraiglesias


¡Corred! ¡Venid todxs a verlo! ¡Las nubes intentan comerse a su santidad!


¡Es un milagro!

jueves, 14 de mayo de 2009

-

Y como un susurro en la nada murió, sin poder despedirse del viento, ni de sus entrañas, ni de todas esas palabras que un día dejó caer sobre la arena. Se fue, dejando que un humo denso y solitario le cubriera la cara mientras esperaba la muerte.

domingo, 10 de mayo de 2009

sábado, 2 de mayo de 2009

No me gusta..

..estar apática, ni triste, ni que unas cuantas canciones me dejen en trance. Ni atiborrarme de recuerdos para vomitar lágrimas, ni querer y no poder, y mucho menos poder y no querer. Tampoco me gusta madrugar, ni desayunar sola, ni dormir sin sábanas. No me gusta no saber qué hacer, ni perder el metro, ni las judías verdes. Ni que no me cojan el teléfono, ni llegar tarde a las citas, ni las playas de Valencia. Tampoco me gusta el sonido del despertador, ni empezar un libro sin haber leído la última frase, ni que me sangre la nariz. No me gusta la resaca, ni montar en bicicleta, ni las sandalias, ni las falsas esperanzas. Ni que se me aceleren demasiado los latidos sin motivo alguno, ni los mecheros que ya no funcionan, ni quedarme sin papel, y sin tabaco. Tampoco me gustan los silencios incómodos, ni los domingos por la tarde, ni los nudos en el estómago, ni soñar demasiado.

lunes, 27 de abril de 2009

-

El duende del bosque
me ha robado las palabras,
y la inspiración,
y las ganas de gritar.
Maldito cabrón,
que se ha llevado
sin permiso
los mordiscos
de mi lengua.

sábado, 18 de abril de 2009

.

Nací demasiado cobarde, por eso me conformo con mirarte de reojo, con soñarte a mi manera. Y es que me derrito por dentro cada vez que te veo.

martes, 14 de abril de 2009

Humo

Me fumaría
un cigarro tras otro,
aun sabiendo
que tus labios
nunca acariciarán
el humo
que expiro
suspiro
tras
suspiro,
mientras el tiempo
me consume
y la distancia
entre tus dedos
y mis entrañas
se hace
cada vez
más larga,
más densa.
Y una canción
con nombre y apellidos
apuñala los latidos
que una noche
de verano
pinté.

miércoles, 8 de abril de 2009

Y..

¿Sabes? Soy adicta a tus recuerdos, y a echarte de menos día sí, día también. No te necesito para respirar, pero me gusta compartir mi aire contigo. Tus besos no son vitales, pero me encanta que me los regales de vez en cuando. Tu voz no entrecorta mi aliento, pero me agrada que me abrace mientras anochece. Sé que te fuiste porque quisiste, nadie te obligó a hacerlo. Sé que tal vez no sueñas conmigo, quizá ni siquiera me recuerdes. Pero no te preocupes, estoy acostumbrada a querer a escondidas, mientras el mundo gira. Y quiero volverte a ver. Y voy a volverte a ver.

martes, 7 de abril de 2009

Non sei

No sé razonar, no sé pensar, no sé querer, no sé decidir, no sé trabajar, no sé estudiar, no sé sonreír, no sé valorar, no sé compartir, no sé respetar, no sé empatizar, no sé esperar, no sé encontrar, no sé desear, no sé amar, no sé respirar, no sé vivir.

viernes, 3 de abril de 2009

...dito abril

Felicidad lluviosa. Tristeza bajo el sol. Mañanas perdidas en el parque de atrás. Noches improvisadas. Alcohol pasajero. Humo. Más humo. Días monótonos. Improvisación. Morriña acumulada. Cuenta atrás. Tiempo perdido. Pedacitos de sonrisas. Recuerdos. Escalofríos. Calor felino. Cafés del tiempo. Cielo azul. Nubes blancas. Mordiscos. Canciones con letras. Calendarios deshojados. Abriles confusos, que me visitan una y otra vez, una y otra vez...

lunes, 30 de marzo de 2009

5:00 a.m.

Todavía conservo ese trozo de papel que me regalaste sin permiso. Masturbaste las palabras con la yema de tus dedos, pintando cada letra en una sucia servilleta de bar de carretera sólo para mí, para que me envolviera con ellas, me encogiera con cada verso, me estallara el corazón. Por aquél entonces éramos todavía unos desconocidos, unos curiosos, amantes de la vida, de los desafíos al destino, de las miradas ajenas. Yo acostumbraba a tomar café en la barra de aquél tuburbio, rodeada de albañiles y camioneros que empezaban la mañana entre humo y soledad. Tardé en detectar tu presencia entre tanta gente, pero con el paso de los días me di cuenta de que siempre estabas allí, en ese bar, escondido tras la cortina de tus ojos, en una pequeña mesa arrinconada, removiendo las penas con azúcar mientras el mundo giraba a tu alrededor. No dejabas de observar cada movimiento, cada gesto que la realidad te dedicaba con los párpados entrecerrados, esperando a que le devolvieras la noción del tiempo. Una mañana sin sol, me desperté con ganas de romper la rutina que me ataba. Llamé al trabajo. Me despedí sin dar motivo alguno. Pero volví al bar donde solía desayunar. Algo me decía que seguirías ahí, como siempre. Esta vez no me senté en la barra. Cogí mi taza y ocupé la silla que estaba a tu lado, invadiendo tu pequeño espacio. Tus ojos seguían fijados en tu café, que daba vueltas y vueltas hasta perder el sentido. Yo no hablaba, sorbía poco a poco el desayuno, con cuidado. De vez en cuando te miraba de reojo, pero tú seguías meneando la cuchara, como si el mundo hubiese dejado de existir. Intenté captar tu atención. Siempre había querido saber cómo sería tu voz, las palabras de aquel desconocido que encontraba cada mañana. Mas no hubo respuesta. Pensé que era un estorbo para ti, así que dejé mi taza sobre la mesa y me marché, rumbo a ningún lugar. Oí cómo la puerta del bar se cerraba tras de mí, mientras la gente avanzaba cabizbaja hacia sus prisiones laborales. Entonces, noté una mano en mi espalda, y cuando me giré, no había nadie. Las personas seguían caminando, sin dar explicación alguna. Miré hacia atrás, y vi un trozo de papel que el viento quería robarme, pero fui más rápida que él. Lo abrí con delicadeza, escondida tras mis gafas de sol. Unos cuantos versos con mala letra se amontonaban en una servilleta sin dueño.

"Déjame ser
quien pinte corazones
en la palma de tu mano,
quien sorba el café
que quema tus labios,
quien rompa tu rutina
antes de que te ahogue.
Cómeme el corazón.
Háblame de ti.
Fúmate mis sueños,
y nademos desnudos
en el río de las ilusiones.
Cántame al oido,
grita que no tienes miedo.
Sé mi mejor pesadilla.
Róbame el tiempo,
y escóndelo bajo llave.
Píntame sonrisas que
enterré en mi pasado.
Haz hablar al silencio,
calla mis palabras con
un suave beso.
Ódiame mientras me susurras
que me quieres.
Miénteme como nunca
lo hizo nadie.
Hazme creer que
mis lágrimas sonríen,
que tus cuentos de porcelana
guardan tinta de carcajadas.
Ámame de broma,
quémame despierto.
Me gusta mi locura,
y quiero hacerla tuya,

para que vueles sin miedo
antes de que el sol
deshaga tus alas.
Dame la mano,
te invito a vivir.
Déjame ser
quien te susurre versos
cuando te abraces
a la luna."

Se me cortó la respiración. Tenía mi propio "Báilame el agua" entre mis manos. Al fin y al cabo, nosotros también éramos desconocidos. Tú también esperabas gestos, yo sólo palabras. Ambos andábamos un tanto perdidos por la realidad, también necesitábamos un cambio.Me enamoré sin darme tiempo a reaccionar. Quise volver al bar y enseñarte la revolución que habías despertado en mi pecho, pero no lo hice. Seguí caminando, dando vueltas por la ciudad, abrazando ese trozo de papel que todavía conservo.

sábado, 21 de marzo de 2009

Mi palabrería monótona

caricias latidos recuerdos echardemenos entrañas corazón mirada sonrisa palabras versos luna sueño noche vida pupilas café (des)amor suspiro susurrar orgasmo sábanas dedos tiempo segundos camino ver(te) asfixia escuchar cigarro rincón beso suicidio abrazo lágrimas labios soledad destino rumbo saltar sol roce humo alas volar silencio alma voz ilusión dibujar gritar cuerpo día espiral

Amores de cama

Me desperté, y ya no estabas entre mis sábanas. Una ráfaga de viento se te llevó, con tus caricias, nuestros recuerdos, las sonrisas y esos calzones azules que tanto me gustaban. Sentí tu ausencia la primera mañana, al no escucharte reír mientras el mundo bostezaba. Pero al caer el sol, se me olvidó qué era eso de echar de menos, y cada noche mordía un nuevo corazón, olvidando tu mirada con cada bocado. Y mi cama sonreía más que nunca, mis orgasmos lloraban de placer. No habían nudos en mis entrañas, ni manos entrelazadas, ni palabrerías absurdas. Luna nueva cada noche, sin repetir dónde ni con quién. Las historias de amor no están hechas para mis latidos.

sábado, 14 de marzo de 2009

Latidos revolucionarios

Cuentan mis entrañas que mis latidos ya no quieren estar en huelga, que tienen sed de libertad, de rebeldía, de revolución. Cada vez que tropiezan con una nueva mirada desconocida, o con una sonrisa curiosa, o con un mordisco en la yema de los dedos, o con una caricia en el corazón, quedan presos de un extraño nosequé que, sin pedir permiso, me despierta un nosecuantos que ansía por conocer(te), que nunca (te) presentaré. La revolución ha estallado en un pecho acorazado, y día a día los latidos gritan más fuerte, desgarrándose la voz, sin tener quién escuche tanta palabrería absurda.

viernes, 13 de marzo de 2009

(me)

Susúrrame versos sedientos que observan a la luna de reojo, mientras tu pasado se cae por el agujero del ascensor, y mis recuerdos se cosen en la esquinita del invierno. Acaríciame el alma cuando menos me lo espere, que las mañanas huelen a café con leche y besos azucarados, a resacas compartidas y palabras que poco hablan. Dibújame sueños que revivan primaveras, hasta que las agujas del reloj se cansen de caminar y decidan descansar, parando los segundos refugiados en mi portal. Regálame terciopelo con forma de corazón, antes de que la alborada inunde mi existencia y recuerde a mi inocencia que sigo siendo esa niña que tanto miedo tiene, que tan poco quiere.

miércoles, 11 de marzo de 2009

.

a f a s i a

lunes, 9 de marzo de 2009

Frío

Siento frío
cuando no acaricio
las líneas
de tus manos
arrugadas
por el paso
de los años
y el silencio
del otoño,
cuando no despierto
con tu lengua
en mi ombligo
cantando
a la luna
que una noche
nos iluminó,
cuando no abrazo
un pedacito
de tu espalda,
rodeada de
miradas ajenas
que tienen envidia
del color
de la esperanza.

Sin despedidas

Tuve unas ganas inevitables de asesinar, de ver sangre, de quitar vida. Y lo hice. Una de mis pequeñas huelgas de latidos http://www.fotolog.com/huelgadelatidos ha muerto, sin despedirse de nadie, y todavía desconozco mis razones. Pero aún no he empezado a echarla de menos.

jueves, 26 de febrero de 2009

Ñoñerías

El sol entra discretamente por la ventana, acariciando con dulcura cada poro de mi piel. De fondo, escucho a tus labios tararear una canción lentamente, entrecortada por tus risas matinales. Sonrío como una niña pequeña, y cierro los ojos. Las sábanas están manchadas de lujuria, y el almohadón todavía huele a tus pestañas. Me abrazo a él, vuelvo a dormir soñando.
Un cálido beso en la mejilla me despierta. Y allí estás tú, con esa felicidad que nunca te abandona, cuatro tostadas y dos cafés, mirándome tiernamente, sin mediar palabra, pero diciéndome todo con los susurros de tus pupilas. Te acuestas a mi lado, sin dejar de observarme. Dejas las tazas en la mesita, y los platos. Me abrazas con delicadeza, haciéndole cosquillas a mi ombligo, y a mi vida. Encuentro tus labios bajo las sábanas. Tus dedos pasean por mi cuerpo, por mis entrañas, por mis latidos. Te siento dentro de mí, otra vez.
Y nuestro café se enfría, mientras hacemos el amor.

martes, 24 de febrero de 2009

Quiero

Me ha invadido la locura. Y quiero gritar cada vez más alto, hasta que se desgarren las palabras de mi garganta, las caricias del paladar, la sonrisa de sus pupilas. Y quiero asfixiar las mentiras que dibujé, y perderme en un jardín de almas incombustibles abrazadas a sus entrañas, y expandir el cosquilleo que sopla cada mañana por la comisura de mis labios. Y quiero latir cada vez más fuerte, hasta que se rompan los cristales de las fachadas, los tímpanos de los curiosos, las estrellas de su mirada, las callejuelas del desamor. Desangraré todos los versos si es preciso, para que la luna no llore cuando estalle el corazón.

domingo, 22 de febrero de 2009

Caprichosxs

Últimamente, mis latidos se encaprichan con todo lo que encuentran. Voy a dejarles actuar, a ver qué nos depara el destino. Ahora serán ellos quien me guien. Yo sólo me dejo llevar.

jueves, 12 de febrero de 2009

Tu olor

Hoy he vuelto a sentir tu olor en mis entrañas, y eso que ya no me acuerdo a qué huelen tus suspiros. Las miradas que nos desnudaban se perdieron con tu silencio. Cada palabra que me regalaste ha ido callando lentamente, dejando sin voz a las caricias de tu sonrisa, de mi paciencia. Ese frío beso que me diste ha huído de mi paladar. A punto estuve de olvidar hasta tu nombre.

Tus pupilas clavadas en mis latidos me visitan constantemente, sin darme tiempo a cortarles las alas para que no me mordisqueen el corazón. La última noche en la que perdimos la inocencia abraza de vez en cuando mis sueños, intentando pasar desapercibida ante los guardianes de la luna. Tus labios durmieron mi conciencia en un descuido de la razón, y el único recuerdo que guardo de ti se fue pintando sobre un cielo rojo con lágrimas de ceniza. Perdimos el control del tiempo mientras una pequeña parte de nosotros ardía alrededor de nuestras manos entrelazadas. Tus ojos se ocultaron entre la nada, intentando dedicarme un hasta pronto, cuando sabía que un mañana nunca llegaría. Tal vez tú me mentiste, pero no lo hizo tu mirada. Jamás volví a susurrarle versos a tu corazón.

Han pasado demasiados meses, pero todavía me gusta volver a reencontrarme con tu olor muy de vez en cuando, aunque la mayoría de veces ni siquiera pueda reconocerlo.

Callejones orgásmicos

Al caer la noche, nuestras miradas se cruzaron. Gritaron al unísono que querían derretirse juntas, sudar hasta perder el control. Asfixiarse entre gemidos y latidos confusos, jugar con las cosquillas del destino. Esta vez no hubieron sábanas de por medio, tan sólo un callejón oscuro con las paredes pintadas, la inocencia desabrochada, y dos corazones desconocidos que se arañaron el alma, que se desgarraron la razón a bocados. Llovieron versos susurrados salvajemente, de esos que jamás volveré a escuchar. Un beso sobrecogedor erizaba los poros de mi piel, y la noción del tiempo se iba evaporando poco a poco, al compás de tus caricias. La punta de tus dedos dibujaba caminos infinitos en mi vientre, en mis pupilas, en nuestras ganas de amar. Mientras tanto, un dulce cascabel marcaba el final de la noche, sonando cada vez más deprisa, hasta llegar al orgasmo con la alborada como único testigo.

Lejos

Vete lejos,
y suelta mi mano,
que ya no quedan noches
para andar descalzos,
ya no tengo sueños
para estar contigo.
Hoy no quiero besos,
ni miradas,
ni sonrisas,
ni ninguna de esas cosas
que siempre te pedí,
mientras inventaba versos
que nunca te dije,
que jamás escucharás,
que se perdieron en el tintero
la noche que admitiste
que nunca volverás.
Y ya no quiero verte,
y no voy a llorar.
Porque no nos quedan ganas
para seguir luchando,
ni fuerza, ni tiempo,
ni un sucio caparazón.
Ni relojes, ni esperanza,
ni latidos, ni corazón.

(No) Volver a verte

Las nubes arroparon mi llanto aquella noche, cuando todo quería ser bonito, y unas tristes palabras rompieron el hechizo de la luna pasajera. El tiempo marcaba los últimos pasos, mientras mi respiración se entrecortaba cada vez con más fuerza, más deprisa, sedienta de poder querer. Dijiste adiós con la mirada perdida entre mis labios, las pupilas pidiendo perdón, y tus manos escondiendo demasiados recuerdos. Te marchaste, y ya no sigo tu camino. Dejé abierta la puerta de atrás, por si volvías, pero ayer la cerré bajo llave. Ya no añoro tu presencia, he borrado toda esencia que me recordara a ti, a tus latidos, a tu forma de vivir, a nuestros sentidos, entrelazados tantos días, separados semana tras semana, año tras año. Toda película tiene un final, y hoy escribo el nuestro. La lluvia seguirá siendo arte en aquél lugar, sin importar si sigues en él, o si has huido para siempre. Las nubes y yo no queremos volver a verte.

Locuras

La noche está ansiosa por cubrir la ciudad. Las familias se amontonan en sus salones, rodeando a la televisión, mientras sus cenas precocinadas se enfrían en sus rodillas. La caja tonta les cuenta unas cuantas mentiras, y los ignorantes, grandes y pequeños, asienten pausadamente con la cabeza, sin mediar palabra. Mientras tanto, él ha cambiado su sofá por un taburete envejecido, su salón por un sucio pero acogedor garaje, su televisor por un cuadro desteñido a punto de descolgarse sin permiso. Cree que está loco, demasiado loco, y por eso lo va a hacer. Va a dar el paso, el gran paso, el jodido paso. Una cuerda recién comprada acaricia sensualmente su cuello, besando cada poro de su piel. Ninguna mujer había conseguido empalmar su cerebro con tanta rapidez como este momento, este mismo instante. La mugre, el ruido de los televisores vecinos, los recuerdos, la locura, el taburete, la cuerda, él. Una combinación inexplicablemente excitante. Con un nudo de prolipropileno descansando en su nuca, sabe que ha llegado la hora. Está subido en el taburete, mirando al frente. Se coge los huevos con fuerza, y da una patada. Se queda colgando en el aire, como un pequeño péndulo que se balancea lentísimamente. La escena ha pasado de ser excitante a ser algo cómica. Él intenta reírse de la locura que acaba de cometer. Las carcajadas le corroen por dentro, pero el oxígeno no juega a su favor, y cada vez le cuesta más inspirar, expirar.Se le sale el corazón por la boca, y los huevos, y la esperanza, y la razón. Y la impotencia de no poder levantar el taburete, deshacerse de ese nudo e irse a su salón a rodear a su querida televisión, como cualquiera de sus vecinos. Seguro que le está esperando con los brazos abiertos, y él ahí, colgado en medio de ese sucio garaje, perdienndo el tiempo, y la vida. Hoy jugaban los Lakers, y no lo va a ver por el absurdo capricho de querer suicidarse.

lunes, 2 de febrero de 2009

Pequeñuela

El tiempo ha pasado de puntillas, por nuestro lado, casi sin darnos cuenta. Ya no hablas, pero te escucho. Tan sólo con mirarte me regalas mil palabras, cien sonrisas, diez caricias, una vida. Un nudo en el estómago y la asfixia en mis latidos me envuelven cuando sueño que algún día marcharás. Será porque te quiero (demasiado).

sábado, 24 de enero de 2009

Monotonía

No conozco los pedacitos de tu infancia, ni lo que te depara el futuro, ni tus deseos, ni los por qués de tus por qués, ni el sabor de tus labios, ni el cosquilleo de tus caricias, ni el sonido de tus tequieros; pero he podido conocer el olor de tus sonrisas, y el escalofrío de tu mirada, y el abrazo de tus palabras, y tu inocencia perdida, y tu silencio mientras duermes, y la sensación de tus cabellos perdiéndose entre mis dedos. Y con eso me basta para echarte de menos, aunque tú no lo sepas.

jueves, 15 de enero de 2009

Impares

Los días impares retrocedo en el tiempo, hasta que vuelvo a sentarme en la barra de aquel bar, y recuerdo de nuevo la última noche que supe de ti. Pasé horas y horas esperándote, ahogando los segundos en whisky con hielo y tabaco rubio. Cada vez que la puerta se abría, dejaba caer mi cigarro al suelo, y te buscaba entre la gente. Todo el mundo se parecía a ti, pero tú no estabas por ningún rincón. Volvía a apoyarme en la barra, y dejaba pasar el tiempo. Algo me decía que llegarías de un momento a otro, que no me dejarías marchar sin darme un beso de esos que tanto me gustaban. Cuando el alcohol se había adueñado de mis palabras, sonó el teléfono. Vi tu nombre, y el corazón me dio un vuelco. Descolgué, ansiosa por oír tu voz. Pero no dijiste lo que yo quería que me contaras. No viniste a darme un último abrazo, a regalarme un último beso, a acariciarme con una última mirada. Estabas demasiado cansado para hacerlo. Así que me fui, dejando unos cuantos latidos suicidándose en la barra de aquel bar, con las pupilas encharcadas y el corazón apagado. Nunca más volví a saber de ti. Hasta hoy.

martes, 13 de enero de 2009

uh

Soy absurda, y aburrida, y monótona, y pesada. Soy (casi) todo lo que no quiero ser. Soy el querer y no poder, el poder y no querer. Soy exagerada, y quejica, demasiado quejica. De vez en cuando, intento disimularlo. De vez en cuando.

domingo, 11 de enero de 2009

Domingo tarde

El despertador decidió quedarse callado, para dejar que mis pesadillas se alargaran un ratito más. Las sábanas azules no querían despegarse de mi cuerpo, y yo les seguía la corriente, acercándome a ellas con cuidado, refugiando mi cabeza bajo la tela. Un ruido poco agradable venía de los pies de la cama. La pequeña rata se había levantado con ganas de roer el metal de su bebedero, y de paso, despertar a parte del vecindario. Una fuerza desconocida hizo que la roedora tuviese hambre, y abandonase su concierto de metal para invadir el comedero. Pude volver a dormirme, retomando mis queridas pesadillas. Pero los cristianos tuvieron que joderme el sueño. Un sinfín de campanas escandalosas y desafinadas se colaron por mi ventana, gritando constantemente hasta hacerme arañar los muelles del colchón. Cuando decidieron callarse, era demasiado tarde para reintentar dormirme. Así que, con pocas ganas, le di los buenos días a un mundo lluvioso y congestionado. No tenía ganas de desayunar. Me fui directa al escritorio. Al llegar, millones de apuntes y notas pendientes me dieron la bienvenida. Parecía que me esperaba un duro domingo por delante. Intenté terminar uno, o dos ejercicios. Ya eran las dos de la tarde. Me escaqueé de mí misma, huyendo a la cocina, con la escusa de hacerme la comida. Ensalada de canónigos. Un plato realizable en cinco minutos, pero que yo misma me encargué de cocinarlo en más de cuarenta y cinco. Después de una plácida comida, regresé al escritorio. Los apuntes y las notas seguían esperándome, me guiñaban el ojo de vez en cuando, para darme ánimos. Subí la persiana. Podía ver un poco de sol, y las malditas campanas que habían decidido despertarme. Bajé la persiana. Salí y entré de mi habitación dieciocho veces. La última vez, me senté en la silla, frente al ordenador. Me propusieron ir a la biblioteca, pero me negué. Domingo es un día para estar en casa, y yo no era quién para romper la tradición. Subí la persiana. El cielo se había vuelto azul oscuro, y las farolas intentaban dar un poco de color a ese día gris. Nerviosa por mi falta de estrés, me dediqué a escuchar decenas de canciones tristes con letras melancólicas, mientras me fumaba un cigarro rápidamente, antes de que alguien entrase en la habitación y me viese perdiendo el tiempo, y parte de los pulmones. Ni siquiera tuve ganas de cenar. Seguí con la música y los cigarros veloces, hasta que el sueño entró por mi ventana. Leí unas cuantas historias del señor Bukowski, y antes de dormir, me prometí que al día siguiente iba a madrugar, que aprovecharía las horas. Fue una lástima que el despertador se quedase en silencio de nuevo. Pero ya se sabe, la intención es lo que cuenta.

sábado, 10 de enero de 2009

Sábado noche

Me abrazo a la soledad antes de dormir. Huele mejor de lo que recordaba. Hacía tiempo que no me visitaba, y hoy ha vuelto, para esconderse bajo mis sábanas, para acariciar las lágrimas que corren por mis mejillas. Mi vida quiere irse, dejarme a la deriva, y ha metido mis palabras y mi inspiración en su maleta de hojalata. Lástima.

martes, 6 de enero de 2009

Saposá

El destino de los sapos
juega con mi olfato,
con mi vista,
incluso con mis papilas,
dándole a probar
la mano de un príncipe,
dejándole saborear
lo que nunca tendre(mos).

Y cuando no quede más remedio,
me casaré a escondidas
con la rana de la charca,
que me pedirá dinero
por un beso,
me hará pagarle por copular,
dormiremos en camas separadas,
y tendrá tantas amantes
como mis amores platónicos.

Crearemos un matrimonio
de mentira y ficción,
porque no quedará más remedio,
y treinta y ocho días después
acabará divorciándose de mí,
porque jurará que
ni por todo el oro del mundo
juntará nuestras lenguas,
y mucho menos se planteará
regalarme una pizca de amor.

Eso nunca, jamás.