miércoles, 6 de mayo de 2020

Y.

Ya no queda tiempo para jugar a ser poeta. Las nubes devoran los segundos, y a veces parece que se nos vaya a acabar el aire. Las noches se inundan con tanta nostalgia, ignorando la luz que se cuela sigilosamente por la ventana sin que nos demos cuenta. Hemos abandonado tanta palabrería absurda para dejarnos llevar por muchos mimos y pocas nueces. Nos sangran las heridas de tanto tropezarnos y levantarnos y plantarle cara al miedo (por fin). Apenas recordamos los pocos sueños que teníamos, pero al menos el otoño todavía pretende ser verano, y con unas copas de más, los lunes intentan parecer menos lunes.

viernes, 1 de mayo de 2020

N.

Nos han robado el mes de abril. 
No paran de repetirnos que todo irá bien, y lo siento, pero muchos días no me lo creo. No todo está siendo malo, ojo. He descubierto que me gustan las acuarelas, desayunar tortitas con fresas, ordenar la nevera por colores, conducir siempre que la canción que suena me motive, cocinar platos de Europa del este y escribir cinco poesías seguidas, sin filtro ni corrector. Digamos que me he escuchado, me he abrazado y me he cuidado un poquito más que de costumbre, y eso es estupendo, pero de ahí a que todo, to-do, T O D O va a salir bien hay un cacho enorme. Y es que a veces tantas falsas ilusiones me dan miedo, porque la hostia que nos meteremos cuando se acabe la purpurina y los arcoiris será épica.
Un día, hablado conmigo misma, mis entrañas reptilianas me aconsejaron que no dejara que el miedo despertara mi ira. Y que si lo hace, hay que canalizarla, para convertir algo destructivo en un proceso constructivo. Dejar que fluya, aprovechar al máximo su fuerza y energía. Y si sale mal, darme permiso para cagarla. Y si sale bien, seguir adelante, pero sin bajar la guardia. Y si quiero llorar, gritar, y enfadarme porque el mundo es una mierda, darme permiso. Si un día pienso que todo irá bien y me lo creo, perfecto, pero si a la mañana siguiente soy consciente de la que se nos viene encima y de que la normalidad no volverá y de que las pasaremos putas y por culpa de todo esto se me borra la sonrisa y me dejo de hippiadas, más perfecto todavía. No os dejéis engatusar por el optimismo tóxico. Quejarse, tener dudas y ser consciente de que no todo irá bien está bien.

domingo, 5 de abril de 2020

L.



Le confesé a mi padre lo que había hecho. Ni siquiera pestañeó. Era como si todo este tiempo lo hubiera sabido, tan sólo estaba esperando escucharlo de mi boca para acabar de confirmarlo. Hace casi tres años que su princesa, la niña de sus ojos, se cargó a golpes al hombre que le destrozó la vida, engañó a la policía, metió a un inocente en la cárcel y salió sin un rasguño de ésta. Papá dijo que estaba orgulloso de mí, pero podía saborear la duda en su mirada. Escondí el machete bajo la falda, sonreí, y recibimos la noche fumando un cigarro a medias.

martes, 17 de marzo de 2020

Con dos tazas y una sonrisa.


Suena el despertador,
pero por suerte,
hoy es domingo.
Un dulce aroma a café
inunda la casa.
Te busco a ciegas,
acariciando los orgasmos del colchón
con las yemas de mis dedos.
Has dejado tus suspiros
entre mis sábanas,
pero antes de que me abandone a la nostalgia
y empiece a echarte de menos,
regresas a la habitación,
con dos tazas, una sonrisa
y ganas de hacerme el amor.
Me escurro entre tus brazos,
entre tus piernas, entre tus labios,
bebiéndome tu sudor,
mordiéndote los latidos.
Y es que ya es tradición
acabar la semana
comiéndote a besos
mientras el café se enfría esperándonos.
Quién me iba a decir
que aquella cola de supermercado
me iba a regalar mis mejores domingos.
Ya no me acuerdo de ir a misa,
ni de comer helado a cucharadas,
ni de llorar con películas absurdas,
ni de escribir poesía barata sin destinatario.
Se te escapa un te quiero,
y apenas sonrío.
Tengo miedo, puedes olerlo.
Pero no pasa nada,
seguiremos jugando
a cafés de domingo
con arrugas en las sábanas
y mordiscos de más.
Y que se me lleve la muerte
cuando ya no quiera verte.

miércoles, 5 de febrero de 2020

L.


Llueve. Llueve tan fuerte que ni siquiera tu paraguas me protege de las gotas, ni del miedo, ni de lo que vendrá. Llueve con ganas, las que me faltan desde que te fuiste.
Cae la lluvia con tanta ira que parece que quiera partirme en pedazos. Tengo los latidos mojados de tanta pena, y mis entrañas todavía preguntan por qué te dejé marchar…
Y no lo sé. Sólo sé que llueve, y que tu paraguas ya no me protege de las gotas, ni de mí.

martes, 21 de enero de 2020

L.

La que se levanta los lunes con ganas de comerse el mundo pero sin energía en las entrañas. La que piensa que vomitando palabrería barata todo saldrá mejor. La que sonríe a desconocidxs mientras se inventa sus vidas. La que siempre lleva un libro encima y pocas veces lee, la que promete cosas inalcanzables y tropieza en el camino con los mismos dramas una y otra vez. La que escribe cartas que nunca envía, la que siempre llega tarde a las citas y deja los proyectos a medias. La que sale corriendo cuando empiezan a crecer las raíces.

La que sigue soñando con cambiar de vida los domingos. La que se ha acostumbrado a dormir sola, sin poder -ni querer- abrazar(te). 

Despiértame cuando acabe diciembre.

miércoles, 8 de enero de 2020

Y.

Y me doy permiso para (des)montar mi puzzle como a mí me dé la gana, aunque con tanto trajín voy perdiendo piezas por el camino. Pero no importa, al fin y al cabo soy yo la que decide cuando abrir y cerrar la ventana (y la mente, y la puerta, y las piernas, y el corazón, y lo que me dicte la razón).

lunes, 30 de diciembre de 2019

2020

Me había prometido no hacer lista de propósitos, ni balance del año, ni todas esas chorradas, pero una parte de mí es muy tradicional, y no he podido reprimirme.

2019 ha sido un año agridulce, con tantos cambios que todavía me atraganto. Dos países, tres trabajos y cuatro casas en menos de cinco meses descolocan a cualquiera. Era de esperar que pasara algo así, porque los años impares nunca se me han dado bien. El año chino del cerdo nos las ha hecho pasar putas (y digo "nos", porque hemos sido unas cuantas las que tenemos las rodillas peladas de tanto tropezar con piedras absurdas durante estos meses).
Aun así, pese a los dramas,  he ido adaptándome a todos estos cambios a velocidad de hormiga, y poco a poco veo la luz. Además, he escrito cinco o seis listas de propósitos: leer más, escribir más, hacer deporte, viajar a varios países, encontrar mi lugar -aunque sea temporal-, quererme más, abrazarme sin miedo, crear un proyecto (y no abandonarlo), ir al teatro más a menudo.. Algo fácil, propósitos que se plantean la mayoría de mortales (y que cumplen sólo una minoría). De momento me siento optimista, porque ya me he apuntado a un taller de escritura y al gimnasio, y eso que todavía no ha acabado el año. A tope.

Decimos adiós al 2019 con un poquito de resquemor, pero mucho más fuertes y con ganas de empezar de nuevo por enésima vez. Este año jugamos con ventaja, porque el 2020 es par. Y los años pares pasan cosas bonitas: Me gradúo en la universidad, encuentro trabajo como educadora, me mudo de ciudad, vivo en otro país, viajo a un continente distinto... Presiento que el 2020 se portará bien. Además, es el año de la rata en el calendario chino, así que estamos de suerte, porque mi pequeña Orik nos guiará desde las estrellas.

En unas horas daremos la bienvenida al 2020 en mi ciudad favorita. Todavía no tenemos pensado el guión, pero esta vez no nos hace falta. Menos tropiezos tontos y más avanzar sin miedo. Y poco más. El resto, que fluya.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Blanca navidad.


Este año el invierno ha tardado más de lo habitual, pero finalmente ha llegado. Mientras cae la noche, empieza a nevar. Antonio abre la puerta trasera del edificio número 81, y se sienta en las escaleras del rellano. Allí pasará la noche, como lleva haciéndolo los últimos trece meses.

¿Quién le iba a decir a él, un empresario de éxito y prestigio, que acabaría durmiendo sobre cartones y rebuscando en la basura? Pero es la historia de siempre… Invertir demasiado dinero en demasiados vicios trae demasiadas consecuencias, y lo que empezó como un juego acabó convirtiéndose en su peor pesadilla. Una sobredosis de mujeres, drogas y juegos de azar consiguió que perdiera todo: la casa, la familia, los niños, la esperanza y la poca dignidad que le quedaba.

Se acurruca en una esquina y deja que el tiempo pase despacio, sin hacer demasiado ruido. En menos de veinte minutos bajará Teresa, la vecina del cuarto. Cada noche le trae un tazón de sopa, un poco de pan y alguna chocolatina. Los primeros días, Antonio era incapaz de aceptarlo. Se le caía la cara de vergüenza tener que aprovecharse de la caridad de esa pobre mujer. Pero después de unos días alimentándose de cáscaras de fruta y pescado en mal estado, decidió dejar de lado su dignidad, agachar la cabeza y aceptar los caldos de Teresa. Le mantenían caliente, y le ayudaban a dormir un poco mejor. Él no tenía mucho que ofrecerle a cambio, pero cada tarde le subía la compra o le acompañaba del brazo para subir las escaleras, cosa que la señora agradecía muchísimo.

Esta noche le trae una invitación para cenar en casa con su familia. Antonio lo había olvidado por completo. Hoy es nochebuena. Teresa dice que no podría soportar que cene solo en una noche tan especial, pero él se niega. Ya siente demasiada vergüenza aceptando su comida, como para entrar en su casa como un intruso. Ella lo intenta, pero es imposible, así que vuelve a subir a casa y, además de la sopa, le trae un plato de estofado y una tableta de turrón. Antonio le da un abrazo, y se gira rápidamente para que no pueda ver las lágrimas en sus ojos.

Devora la comida, y mientras tanto, escucha cómo van llegando los parientes de sus vecinos para cenar todos juntos. Los nietos de Teresa, la hija de Manolo, los sobrinos de Susana, los abuelos de Jorge y Emilia… En menos de una hora todas las familias empezarán a cenar. Desde las escaleras puede oír los villancicos desafinados, los gritos de los niños jugando, las conversaciones entre hermanas, los chismes que se cuentan las primas mientras esperan el postre… Sin poder evitarlo, recuerda su última navidad en casa. Carmen preparó ensalada de gambas y redondo de ternera. La casa estaba decorada con mucho mimo, y Gisela y Fran se pusieron guapísimos para la ocasión. Esa noche también vino Sonia, su cuñada, con su marido Vicente y su hija Laura. Fue una velada tranquila, sin incidentes. Bastante normal. Pero ahora que está solo en ese maldito portal daría lo que fuese por volver a esa noche. Por volver a verles y abrazarles. Por decirles lo mucho que les quiere, que les echa de menos. Por recuperar a su familia. Por recobrar su dignidad. Por volver a ser persona.

A pesar del frío, sale al jardín del edificio. A través de las ventanas, puede ver las siluetas de los comensales disfrutando de la navidad en el calor del hogar. Al fondo del recinto está la que un día fue su casa. Si afina la vista, puede ver a su mujer sirviendo la cena, a sus hijos sentados en la mesa, y a Julio, el nuevo marido de Carmen, arrebatándole su antigua vida. Y lo peor de todo es que parecen más felices sin él.


Hace trece meses que no les ve. Hace trece meses que se está planteando hacerlo. De hecho, hace trece meses que debería haberlo hecho, pero tan sólo hace trece segundos que lo ha decidido. Se despide en silencio de su familia y les pide perdón por haberles amargado la vida. Mirando al cielo, se queda desnudo, tumbado sobre la nieve, y sin pensárselo dos veces, descarga toda la rabia contenida contra su propio cuerpo, apuñalándose con todas sus fuerzas, tiñendo de sangre la blanca navidad.

sábado, 14 de diciembre de 2019

T.

Tengo que dejar de regresar cada semana allá donde un día dejé crecer mis raíces. Hace tiempo que no encuentro el camino, y poner parches con pedacitos del pasado no ayuda. Tanta incertidumbre hace que me tambalee.  Y me autoengaño diciendo que ya no siento nada, que aquello que tuvimos (y todo lo que construimos, y lxs que nos acompañaron) son un pilar en el que aguantarme hasta descubrir cuál es mi rumbo. Pero en el fondo sé que es mentira, que no es sano echar tanto de menos, que me duele saber que la vida avanza y yo me pierdo, que no dejo de mirar el móvil para ver si me escribes. Añoro los días en los que me levantaba y quería comerme el mundo. Hoy he vuelto a caer, entrando en bucle en tu habitación, dramatizando como años atrás, dejando que saliera mi niña pequeña, y soltando unas cuantas lagrimitas cuando una voz ajena me ha preguntado si todo está bien, mientras tú seguias marcando la distancia jugando a juegos de mesa en la otra punta de la casa, haciendo como si nada pasara. Y es que en el fondo tienes razón, porque sé que cuando estoy así, si me abrazas pierdo el sentido. Y abandonarme entre tus brazos echando de menos las raíces que un día tuve no es la mejor opción.

domingo, 8 de diciembre de 2019

P.

Poco se habla de la resaca emocional de tres pares de narices que llevo encima.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Volar.


Nadia no era la mejor esposa del mundo. Siempre le dolía la cabeza antes de hacer el amor, se quejaba de cosas insignificantes, hacía mucho ruido al masticar y no sabía ni preparar unas lentejas decentes, pero al menos cuidaba de él. Le planchaba la ropa, limpiaba la casa y le daba un beso cuando llegaba de trabajar. Nadia era el ejemplo ideal de mujer florero. Se mostraba dependiente, sumisa y con pocas luces. Lo que Juan no sabía es que, durante todos estos años, Nadia tenía una vida fuera de esas cuatro paredes, y un amante, y ganas de vivir, y planes de futuro. Y como una buena hormiguita, estaba preparando su huida con todo el esmero del mundo, para poder volar al otro lado del charco, y pagar para que le plancharan la ropa y le limpiaran la casa. No era la mejor esposa del mundo, pero tampoco deseaba serlo. Con ser una buena actriz mientras conseguía el dinero que necesitaba, le sobraba… Y parece ser que lo fue, porque Juan todavía llora cuando relee la postal que ella le envió dos años después desde Costa Rica el día en que volvió a ser libre. 

jueves, 10 de octubre de 2019

A.

Antes de que llegara el invierno, salimos a la calle con ganas de comernos el mundo, con sandalias, falda corta y el pelo suelto. Bebimos cervezas y tintos de verano en tropecientas terrazas, trabajamos con resaca y horas de sueño, bailamos en algún concierto absurdo y fumamos unos cuantos cigarros de más. Conocimos muchas caras nuevas y nos reencontramos con algún que otro conocido. Nos alimentamos de constantes cambios, dramas tontos y ensaladas de colores. Apenas tuvimos vacaciones, pero cogimos aviones, fuimos a la playa y pasamos alguna noche sin dormir. No nos podemos quejar. Parece que llevemos media vida aquí, y  hace menos de un año íbamos en tranvías sin billete, abrigadas hasta las cejas, y deseando que nevara para poder hacer muñecos de nieve en la puerta del bar. Y hace dos, estábamos comprando ropa térmica y billetes de ida para mudarnos de país. Y hace tres, celebrábamos sus veintitodos. Y hace seis, escribíamos tonterías en árabe en post it. Y hace diez, queríamos cambiar el mundo y devorarlo. Y hace veinte, ni siquiera nos planteábamos qué nos gustaría ser, en qué nos gustaría creer. Y con la tontería, hace casi treinta que asomamos la cabeza, y aquí seguimos.

El frío no ha llegado todavía, pero falta poco para que se enconda el sol y se nos meta en el cuerpo como un mal presentimiento.

Nos encanta tanta palabrería absurda, tanto, que podríamos pasarnos media vida escribiendo aquellas cosas que solíamos hacer.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Q.

Quizás lo único que estás haciendo
es dejar que pase el tiempo
para que no sea demasiado tarde
cuando me crea tu mentira.

¿Acaso sabes a qué has venido? Sigue inventando diferentes finales, no hay prisa. En el fondo estás igual de perdida que cuando empezaste a caminar.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Y.

Y para rematar la velada, también él ha tenido que llamar a la puerta. Y mientras (creo que) me pierdo entre sus brazos, rehace el camino que por mi culpa se cortó.

C.

Cuando intento irme a dormir temprano, vuelves a aparecer. Me acuerdo de la noche en que cogí un avión, un autobús, un tranvía y me presenté en tu casa sin permiso. Y te gustó tanto que me abrazaste fuerte tantas horas que apenas me dejaste dormir. También recuerdo cuando me acariciabas el pelo y decías que hasta mis canas te parecían bonitas, y mi cara de gitana, y mis dientes de ratón. Me acuerdo del día en que me dijiste que follar conmigo no estuvo mal (y ya está), y del te quiero que se te escapó el día que nos despedimos (para siempre) después de darme un beso en la comisura de los labios, justo antes de irte con ella de la mano y dejarme a mí en el bar, con cara de tonta, cervezas de más y sexo barato esperándome.

Recuerdo tantas cosas que intento sacarte de mi mente dándome un poco de amor propio, pero al final acabo llorando, y llorar mientras te masturbas es demasiado triste. O quizás demasiado bonito.

Septiembre.

Septiembre es el mes de los propósitos. Es el momento de hacer un reset y empezar de nuevo. De darnos una segunda (o tercera, o cuarta, o incluso quinta) oportunidad. De estrenar agenda, calendario, gimnasio, vida sana e ilusiones. De perdonarnos lo mal que lo hicimos en invierno, lo tontos que fuimos en primavera, los errores que cometimos en verano. De pensar que el curso nuevo traerá una vida nueva. De reiniciar el año por enésima vez. De sentir que ocho meses a base de tropiezos y alguna hostia han sido suficientes para madurar (de nuevo). De creer que una simple fecha en un calendario inventado hace más de dos mil años puede marcar un punto final y un nuevo inicio.. Hay quien cree en la magia de la Nochevieja, hay quien se espera al año chino, hay quien confía en las noches de verano. Quién sabe, quizás sea el momento de creer en el noveno mes del año. Y dejar que llegue y nos dé la mano y que no nos hunda y que nos abrace fuerte y sobretodo que fluya sin tanta palabrería y tantas piedras y tantos dramas y tanta hostia. Que vuele, joder, y que venga y nos sorprenda.

lunes, 26 de agosto de 2019

U.

Una parte de mí sigue creyendo
que si escribo todas mis disculpas
me perdonarás de una vez,
aunque nunca me leas.

domingo, 25 de agosto de 2019

Cartas que nunca leerás, capítulo I

Querido tú:

Hace mucho tiempo que decidiste que no ibas a ser tú quien cortara mis alas. Dos años, tres meses, dos semanas y seis días sin discusiones sin sentido, dramas que llegaban sin permiso, sin despechos y sobredosis de orgullo, sin pasar el día queriendo y no pudiendo. Y sin los programas de televisión absurdos antes de dormir, sin comer como si no hubiera mañana, sin los domingos en bicicleta, sin caricias gatunas, sin volver a intentarlo una y otra vez, porque aunque teníamos las rodillas despellejadas de tanto caernos, siempre nos quedaban un poquito de fuerzas para probar de nuevo. Siempre volvíamos a levantarnos, hasta el día en que tu corazón intentó frenarte, pero tu cabeza dijo basta. Y lloré horas y horas, y dos meses después pude darte las gracias, y volar de nuevo, pero sin cogerte de la mano.

Han pasado demasiadas cosas desde aquel día, y creo que lo tengo más que superado. Tan sólo te echo de menos cada vez que te veo. El resto del tiempo, puedo decir que todo va bien.

sábado, 24 de agosto de 2019

H.

He intentado borrarte de mi presente
follando con el primero que me invitó a su cama. Y lo único que he conseguido es que tú quieras salirte de mi vida y yo quiera meterte más en la mía.

lunes, 19 de agosto de 2019

Poesía del siglo XXI.

Cómeme el coño en la cocina.

sábado, 3 de agosto de 2019

Y.

Ya no escribes bonitas palabras
porque nadie las lee.

Y no tienes casa, ni amantes, ni rumbo, ni nadie que te diga qué pasa en la noche.

V.

Vendiste tu coño.

Y ahora te jodes.

miércoles, 10 de julio de 2019

H.

He cambiado tanto de vida últimamente

(Y de bragas
Y de ropa
Y de amantes
Y de tabaco
Y de trabajo
Y de cama
Y de casa
Y de cielo
Y de cerveza
Y de humor)

Que me había olvidado
de que tengo un blog
para vomitar
estas tonterías.

Pero es que no me da la vida

(En el buen sentido)

lunes, 24 de junio de 2019

Lunes.

Hasta de vacaciones me cuestan los lunes. Joder. Aunque salga el sol, y el cielo esté azul, y los pajaritos canten y todo eso, me cuestan. La gente me parece más estúpida. Los coches no paran en los pasos de peatones. Las moscas no dejan de dar por culo. Fumo antes del atardecer, cosa que no me gusta. Tengo demasiados por qués en mi cabeza. Y encima tengo que tender la lavadora. Malditos lunes.

domingo, 16 de junio de 2019

A.

A veces es demasiado tarde para pedir perdón, y demasiado pronto para intentar no volver a las andadas. Pero es que a mí me gusta tropezar con la misma piedra una y otra vez, hasta que me sangren las rodillas y el corazón se me caiga a pedacitos de tanto latir sin rumbo. Y es que tanto sinsentido entre abrazo y abrazo me muerde tan fuerte que parece que la luna vaya a bajar de repente a vernos bailar de nuevo... Aunque sea la mentira más grande que queramos creer.

lunes, 10 de junio de 2019

M.

Me da miedo volver a hacerme mayor. Porque, aunque no lo parezca, una vez fui adulta, con casa, pareja, pensando en bebés y todas esas cosas. Pero se acabó, y retrocedí una etapa.

Ahora me fijo más, y veo que la mayoría de mis amigos (de los de toda la vida, que están ya en la treintena y siguen en mi ciudad) viven con su pareja, y tienen trabajo estable y un sueldo que no está nada mal. Algunas tienen hijos, e incluso se han casado. Otros se han comprado una casa y se han hipotecado para cuarenta años. ¡Cuarenta! Quizás estaremos todos muertos para aquél entonces, pero yo que sé, les gusta el riesgo. Cada fin de semana prueban un restaurante nuevo, se toman cuatro gins y planifican viajes a lugares lejanos sin temor a que los billetes cuesten más de la cuenta.

Y no me parece un mal plan de vida. De hecho, a veces me da rabia no haber llegado a eso. Estar a punto de alcanzar los malditos treinta y seguir pululando por el mundo y por la vida, sin rumbo, sin objetivos y sin ningún tipo de prisa. Y seguir compartiendo piso, con trabajos temporales, comiendo falafel y birra convencional, viajando cuando Ryanair pone precios baratos y sin saber qué será de mí el mes que viene.

Porque de vez en cuando echo de menos la estabilidad, crecer y ser mayor, pero parece ser que un poquito de mí quiere seguir viviendo la eterna adolescencia. Y no voy a ser yo quien me lo impida.

miércoles, 29 de mayo de 2019

I.

Intento encontrar el consuelo en desconocidos, como la mayoría de los mortales. Y como dices que soy una pesada, y que insisto demasiado, te dejo en paz... Hasta que vuelva a acordarme de ti. Mientras tanto, juego al Tinder, y digo que no, no, no, no, sí, no, no, no, match, no, si, no, Co tam? Quién eres? Qué quieres? Y así sucesivamente. Palabrería absurda para alimentar un poco mi autoestima. Consuelo de tontas que hoy cenan cariño de segunda mano, y sin abrazos siquiera. Y yo me quedo pensando en toda la mierda que dije y que hizo que te marcharas, y tú vuelves a casa solo, y te masturbas pensando en cualquiera en la cama que rompimos hace meses de tanto follar.

domingo, 26 de mayo de 2019

Szczęście

He empezado y acabado el fin de semana de la misma manera: metida en un bañera.

El primer baño fue para ahogar dramas,
y el segundo para dejar que el cuerpo descansara por fin.

Entre uno y otro han habido cuarenta y ocho horas sin nuevas tecnologías, contacto con la Pachamama y mucho amor.

Y es que a veces el alma sólo necesita un poco de desconexión para volver a conectar.

martes, 21 de mayo de 2019

E.

En el fondo

que todavía
me
echas
de
menos.

(Menos que yo a ti, pero me añoras. Reconócelo).

Moze być

Cuando llegué a Polonia, escribía un diario a mano. Cada día. Lo apuntaba todo. Con quién había tomado una birra, qué había hecho en el trabajo, a quién me había encontrado en el súper, los martes librería, los sábados kalambur, los viernes también, liarme con uno, repetir, liarme con otro, y que si tontería para arriba y tontería para abajo, y drama, y otra vez Kalambur, y más amigos nuevos (llamémosle amigos llamémosle X) , y que si escribo sólo la inicial del chico que me gusta porque hablo tanto de él que me canso de poner el nombre entero, que si me voy de viaje, que si vuelvo... Apuntaba todo lo que era irrelevante, mi día a día, lo que hacía, lo que iba a hacer. Algún sentimiento que otro, pero poco protagonismo para ellos.

Y fue empezar a trabajar, y olvidarme de mi diario. Lo intenté varias veces, siendo más escueta, más precisa. Queriendo ser más profunda. Pero nada, no funcionó. Intento vaciar mi mierda en una hoja en blanco pero no sale.

Así que de vez en cuando me paso por aquí, a mi libreta adaptada a las nuevas tecnologías, y encima lo hago público, que mola más.

Y me muero de sueño, pero quiero contarme (sí, a mí, porque soy de las pocas que me voy a (re)leer) que este año está siendo larguísimo, y que sé que dentro de un tiempo, cuando esté sentada en la terracita de mi casa a la orilla del mar (alquilada, por supuesto), recordaré todo este jaleo y pensaré en lo fácil que fue al final y en lo que me gusta dramatizarlo todo.

Porque joder, hace dos años pensaba que jamás viviría en otro país, ni que saldría de Catalunya, ni que tendría amigos de media Europa. Y ya ves, de repente volví a la tercera adolescencia, y aquí estoy, compartiendo piso otra vez, con dos polacos y dos gatos, trabajando en un idioma del que no entiendo prácticamente nada, leyendo las etiquetas del supermercado a la velocidad de la luz, y maldiciéndome a ratos por haber decidido decir adiós a este rinconcito de Polonia que tanto me gusta, que tanto me da, pero que por cabezona y digámosle vocacional no me aporta lo que quiero laboralmente. La señora educadora social quiere trabajar sólo de educadora social, y en su idioma, por favor. No vaya a ser...
Pero bueno, la decisión está tomada. Voy a ser optimista, y a cruzar los dedos para encontrar otro rinconcito que me guste tanto como este. O más.

El año del cerdo está siendo horroroso, pero algo me dice que el que viene será mejor. Y ese algo soy yo, que si no espabilo el drama se me come.

Venga, que nos vamos a por una nueva aventura, pequeña de culo inquieto. Y ya verás como va bien. Estoy segura. Bueno, moze być.

miércoles, 15 de mayo de 2019

M.

Hoy, Marina no tiene ganas de hablar.

Marina tiene ganas de sol, de perderse en el mar, de levantarse temprano, ponerse el albornoz, salir al balcón y respirar aire fresco. De tomarse un café sin azúcar, a veces acompañada, a veces sola. De trabajar en algo que le guste, que no le dé miedo, que le haga crecer. De viajar de vez en cuando. De sentir que por fin tiene un hogar. De dejar de echar de menos y perderse en la nostalgia. De olvidarse de tranvías y reconciliarse con la bicicleta. De no solucionar todo con unas birras de más. De leer antes de dormir, y mientras se hace la comida. De cuidar gatos ajenos. De querer de verdad. De abrazarse a quien le abrace. De dejar de soñar en voz alta y empezar a volar.

Marina, la que siempre llega tarde a los sitios pero con la mesa puesta.

S.

Siempre me dicen
y me digo
que todo saldrá bien,
pero cuando se va el sol
antes de tiempo
y la primavera nunca llega,
parece que de mi boca
sólo salgan mentiras.

Y todo será un drama,
porque yo lo valgo.

martes, 14 de mayo de 2019

Y.

Y sentir.

Quería escribir "y dentro de nada" pero el autocorrector ha cambiado dentro por sentir.

Y siento demasiadas cosas. Tantas, que estoy a punto de vomitar sentimientos e ideas de olla y pajas mentales y mierdas en vinagre.

Porque me encantan los cambios pero los llevo fatal. Porque no quiero decir adiós y la nostalgia de algo que todavía tengo ya empieza a sentirse.

Y quiero que todo fluya, y que sea fácil.

Y todavía le echo de menos, como una jodida adolescente.

Y soy tan tonta que el drama de hoy no es que me voy y que tengo que encontrar un trabajo, una casa, unos amigos y una nueva vida. El drama es que él sólo habla de molletes y lentejas y se olvida de preguntarme cómo estoy.

Pero me he comido una ensalada y una magdalena de chocolate para consolarme.

Y mañana va a amanecer dos horas antes de que suene el despertador.

Y joder, que algunos sienten muy poco y otros sentimos demasiado.

Y escribo todo esto mientras meo, porque la taza del vater es el único sitio dea casa que me da paz. Kurwa ja pierdole.

sábado, 11 de mayo de 2019

About last night

Volar está sobrevalorado pero, cuando por fin dejas que todo fluya, agitar las alas y dejar de rozar el suelo se convierte en una necesidad. Y por fin el mundo se deshincha, y la vida pesa veinte kilos menos. Y ya no nos da miedo la noche, ni el mañana, ni la luna que se esconde. Que volveremos a tener hambre de locuras, que nuestras palabras se las llevará el viento, pero joder, que no se olvide de nosotras y nos arrastre con ellas, y que se calle la conciencia, y que venga el invierno y el verano y lo viejo y lo nuevo y todo, y vamos a vivirlo, que con soñar de vez en cuando ya no nos basta.
Déjate llevar, que a la improvisación no le hace falta filtro.

sábado, 4 de mayo de 2019

Diez.

Y sin haberlo planeado, he vuelto a diez años atrás. Conciertos en la calle, quedada con los compis de uni, charlar de cómo arreglar el mundo (porque somos educadoras, y las utopías se nos dan bien), beber cerveza, juntarse con los otros compis, sentirse fuera de lugar (aunque sean un amor), echar de menos la cama y volver a casa sola y en metro (Bueno, hace diez años no podías volver en metro, pero ahora la ciudad mola más, y hay metro nocturno, así que te ahorras el taxi).

Pero hace diez años acababa de terminar la carrera, y seguía viviendo en casa de mis padres, y no sabía de qué quería trabajar, lo cual lo ponía todo más fácil. Y sabía estar sola. Y pensaba que tenía tiempo de sobra para hacer todo lo que quería. Y no pensaba ni en el dinero, ni en las cosas que dejé atrás. Porque estaba fuerte, y sabía que si quería me comía en mundo.

Y ahora tengo unos cuantos zlotys en la cartera, y puedo decir que estuve enamorada, y que a veces me atraganto con tanta nostalgia. Y que no tengo casa, ni lugar en el mundo. Que sigo siendo un culo inquieto pero con unos cuantos años más, y soy más exquisita, y eso lo complica todo. Que cuando creo que he encontrado la estabilidad me entra un ataquito y me tengo que ir. Y sólo de pensar que estoy a punto de dejarlo todo sin tener un plan B me mata. Y que si no espabilo o la suerte no me acompaña voy a tener que volver a la vida que tenía hace diez años. Y si, joder, que han puesto metro por la noche, y eso es maravilloso, pero que el último pase antes de las dos me corta el rollo. Ya no estoy para estos trotes.

lunes, 29 de abril de 2019

F.

Follar con el pasado
ahorca mariposas.

domingo, 21 de abril de 2019

A.

Algunas poetas
están sobrevaloradas.

Y algunas pollas.

Y algún par de tetas.

Y los acentos en esdrújulas.

Y los bares de Berlín.

Y algunas noches de borrachera.

Y el sexo sin amor. Y con amor ni te cuento.

Y la mayoría de las vidas.

miércoles, 17 de abril de 2019

N.

No me apetece una mierda escribir. Cosas de la tercera adolescencia, supongo.

lunes, 15 de abril de 2019

O.

O vuelve la primavera
y nos trae un poco de sol,
o vamos a perder la cabeza
con tanto frío y tanta nube
y tanta hostia.

(Y es que en el fondo
tenemos tanta prisa
por quejarnos de la vida,
que no nos damos cuenta de que,
a pesar de todo,
todavía siguen pasando
cosas bonitas,
aunque no queramos verlas.)

sábado, 13 de abril de 2019

H.

Hoy quería dormir la siesta, pero me he ido de birras, y he acabado pagando la mitad de mi sueldo para entrar en una discoteca en la que no me esperaba nadie, y me he tropezado con un banco de camino a casa. Y la nevera está vacía. Kurwa.

jueves, 11 de abril de 2019

Q.

Quiero hacer tantas cosas a la vez
que al final siento
que el tiempo no para
y yo no avanzo.

martes, 9 de abril de 2019

D

Da igual a qué hora me levante,
siempre llego tres minutos tarde,
como en el amor, en la poesía
y en las ganas de querer.

sábado, 6 de abril de 2019

Tonterías

He venido al aeropuerto a recoger a una amiga. Su vuelo llega tarde, así que he decidido tomarme una birra en ayunas para hacer tiempo. Y mirar a la gente. Y reírme. Y fumarme un cigarro. Y hacerle ojitos al chico guapo del alquiler de coches. Y seguir con la birra. Tengo un libro en la mochila, pero no me apetece leer. Joder, la culpa es del aeropuerto, que una cerveza aquí cuesta menos que en cualquier bar, y claro, yo no sé decir que no. Este país va a acabar conmigo, y con mi hígado. Y un poquito con mi dignidad. Pero, ¿Y lo bien que lo pasamos?

miércoles, 3 de abril de 2019

M.

Marina tiene ganas de contaros la noche en que la dejaron plantada y que ni siquiera le saludaron. Pero no puedo con mi vida literalmente, así que tendremos que esperar.

lunes, 1 de abril de 2019

Abril.

Si bien dije que mi 2019 empezaba en febrero, al estilo chino, a mitad de mes decidí que sería en marzo. Febrero tampoco quiso ser el mejor mes del mundo. Mucho frío, algo de nieve, caras largas, mocos y mal humor. Al final, empezar el año el tercer mes no ha estado tan mal. He bebido cerveza casi todos los días. He escrito poesía barata sin filtro. He celebrado la llegada de la primavera a cinco grados. He viajado. He utilizado los cigarros como excusa. He resucitado a Marina. He dormido con un gato. He comido hasta vomitar. He ido a dos conciertos, y a una fiesta surrealista. Me he reencontrado con pequeñas piezas del pasado. He desayunado café en silencio mientras un desconocido dormía en nuestra cocina. Me he reconciliado con mi huelga de latidos. He leído en el parque. He comido al sol. He podido sacar un poquito de mi orgullo y decir que no. Y también decir que sí. He querido irme, pero tenía tanto miedo que me temblaron demasiado las alas para volar. He querido quedarme, pero la rutina me aprieta los tobillos tan fuerte que me tambaleo.

He cambiado de rumbo de vida siete veces en un mes, y todavía no me he decidido.

Mientras sigo girando, ya estamos en abril.

domingo, 31 de marzo de 2019

;

Punto y coma.

sábado, 30 de marzo de 2019

O.

Hoy me he levantado pensando
lo increíble que eres en la cama,
y lo gilipollas que te estás volviendo fuera de ella.
Y lo tonta que soy por (per)seguirte.
Y lo poco que me queda para cerrar esta historia
y decirte
a d i ó s.

Porque ya está bien de dramas adolescentes,
de monotema, de ser tan pesada,
de escribir lo mismo una y otra vez.
Y otra.
Y otra más.
Ya basta,
joder.

Que vengan nuevos dramas, que me los como con patatas.
Que hoy devoro las ganas,
los besos,
las tonterías
y el mundo si hace falta.

Que no nos quedan tantas horas
 como para andarnos con tantas historias.
Que si quieres bailar, baila.
O gritar.
O tener sexo en un lavabo.
O masturbarte tres veces al día.
O comer tanto que tengas ganas de vomitar.
O no salir de casa.
O salir demasiado.
Que hagas lo que te salga del coño.
Y p u n t o.
Quizás lo digo porque estoy recién follada,
tengo un gato en mi regazo que me mira con demasiado amor,
mi vecina está sacando los pies por la ventana
 y hace un sol de la hostia.

Y no es lo normal.

jueves, 28 de marzo de 2019

Que.

Me encanta
(o me consuela)
saber que no me lees,
que no me crees,
que apenas me ves,
que ya no me reconoces,
que ya me olvidaste,
que no te erizo,
que no te empalmo,
que no me sueñas,
que ya no somos,
que sólo eres.

Y cuando digo que me encanta
me refiero a que lo acepto,
así, sin más.

Como las páginas del libro
que aún me quedan por leer.

T

Tan sólo estoy esperando
que aparezca alguien
que me diga miłego popołudnia
y me envíe para casa.

martes, 26 de marzo de 2019

Jijijajá

Eh, que me encanta empezar esta nueva onda de cambio de aires, nuevos proyectos, varios objetivos, posibles metas, cumplir sueños del pasado, perdonar errores, hacer como si nada porque la vida es maravillosa, y vivo en la calle de la piruleta, y me encanta sonreír, y vuelvo a ser poeta. Creo un poquito en el amor, me quiero otra vez, en el fondo ahora estoy más guapa, vivo en la eterna juventud, y jijiji por aquí, y jajaja por allá, y flowerpower, optimismo, purpurina, mariposas y lucecitas de colores. Me flipa querer ser la alegría personificada, renovarme y formar parte de toda esa mierda tan guay del siglo XXI, pero sinceramente, hay días en los que estoy de mí misma hasta los mismísimos ovarios.

lunes, 25 de marzo de 2019

Canas

No suelo pasar más de diez minutos delante del espejo. Me lavo la cara, me cepillo los dientes y me voy. Ni siquiera me peino. Tan sólo me maquillo los sábados, y los días de entrevista de trabajo, y las noches en las que pienso que quizás hay suerte y follo. Pero no me esmero demasiado: un poco de rímel y antiojeras que no falte. El pintalabios burdeos sólo para ocasiones especiales, tres o cuatro veces al año.

Hoy me he pasado un cuarto de hora delante del espejo. Y en esos cinco minutos de más, he podido contarme tropecientas canas. Y joder, me he dado cuenta de cómo pasa el tiempo de puntillas para no despertarnos, y de repente, cuando abrimos los ojos, ahí están. Cabellos blancos, arrugas en las comisuras, patas de gallo, celulitis y dramas de más. Y a tomar por culo la bendita eterna adolescencia. Y a plantearse otra vez si ya toca ser adulta, y encontrar trabajo fijo, novio fijo, hijos fijos, hipoteca fija, letras del coche fijas, vacaciones fijas, aspiraciones en la vida fijas, sentimientos fijos. Y establecerse en el ciclo sin fin que nos marcan. Nacer, crecer, joderse, morir. Y ya tenemos la mierda servida.

Así que decido peinarme un poco, hacerme dos trenzas de niña pequeña pero dejando que se vean las canas, tirar de antiojeras y rímel, y por qué no, burdeos y hasta colorete. Y me olvido de tanta hipoteca y novios y vacaciones y fijitis aguditis, y me dejo de espejos y protocolos, y que el tiempo corra todo lo que quiera, que si no le escucho avanzar a mí no me molesta, y que ya me estableceré cuando esté bajo tierra y me coman los gusanos, que ahora quedan muchos tumbos que dar y demasiadas piedras con las que tropezar y volteretas y saltos y espirales y tumbos. Y que vengan las canas que quieran, que voy a vivir las adolescencias que me dé la gana, y que si hay suerte y esta noche follo, pues eso que me llevo, y que si no, pues no pasa nada, y seguimos para bingo.

Kiev

Podría volver a perderme horas y horas
imaginando cuántas noches en vela
ha pasado aquella pobre mujer,
persiguiendo a los gatos
gordos y poco agraciados
que se creen los reyes del barrio,
observando a los niños
jugando a la pelota,
mientras me pregunto
qué narices andarán haciendo las niñas,
perdiéndome entre viejos edificios
pintados de colores vivos
para disimular su pasado soviético,
subiéndome en autobuses
y tranvías destartalados
llenos de gente adorable,
leyendo las humildes historias
que nos cuenta cada balcón.

L.

Los cambios no vienen solos. Y menos si dejas que se sigan colando en tus sueños.

sábado, 23 de marzo de 2019

N.

No hace falta que pidas permiso, abrázame fuerte, que lo echaba de menos. Pero no aprietes demasiado, no vaya a ser que me guste y vuelva a las andadas.

viernes, 22 de marzo de 2019

L.

La excusa de un cigarro a medias
siempre es buena
para entablar conversación,
por eso no he dejado de fumar.

jueves, 21 de marzo de 2019

Primavera

Ha llegado la primavera, pero todavía llevo dos pantalones, calcetines gordos, zapatillas impermeables y chaqueta de invierno (con pelitos en la capucha y todo). Esta mañana he salido a la calle con gorro de lana, y me he maldecido por haber olvidado los guantes. De camino al trabajo, el parque seguía gris, con árboles desnudos y patos escondidos entre los matorrales. Jodido frío.
Hoy hemos salido de paseo con la escuela para celebrar que se acaba el invierno. Los niños y las niñas llevaban gorro, guantes, tres camisetas, un jersey, dos pares de mallas y botas. Algunos incluso iban tapados con mantas. Hacía un día digno de invierno, así que hemos intentado crear nuestra propia primavera. Hemos decorado las sillitas con flores gigantes rosas, azules, amarillas, verdes, naranjas. También había algún globo que otro. Sonreíamos sin parar a la gente que nos miraba con curiosidad. Hemos parado a hacer fotos en el puente, en la catedral, en la orilla del río. Un buen reportaje para poder mostrar a las familias qué bonito ha sido el paseo de la inauguración de la nueva estación, aunque en realidad haya sido un día gris, feo, con frío. Aunque al volver a la escuela, el sol haya hecho la gracia de salir cuando ya estábamos todos encerrados en las clases, comiendo a toda prisa antes de que llegaran los autobuses. Y eso nos ha puesto de mal humor, y hemos maldecido al señor del tiempo, y se nos ha escapado algún taco que otro, porque joder, vaya suerte la nuestra. Pero eso los padres no lo saben. Con ver la felicidad de los pequeños, se quedan contentos. Y eso es lo que en el fondo me gusta. Tan sólo por eso, hoy toca sonreír. Ha llegado la primavera.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Que sí, que el cielo siempre está gris, los pero joder, allí hasta la lluvia es arte. Y el día menos pensado, cojo la puerta y me voy.

Y.

Ya te lo decía tu madre, que eres culo de mal asiento. Te gusta llegar a los sitios, desordenarlos, plantar tu semillita. Y cuando empieza a estabilizarse todo, a nacer tu zona de confort, a sentir que tienes algo a lo que puedes llamar hogar, te agobias. Y ya no lo quieres. Y necesitas irte a otro lugar a buscar lo mismo: un trabajo que te guste, un grupo de gente que te soporte, una ciudad que te acoja. El presente te agobia tanto que necesitas planificarlo todo. Aunque no lo vayas a hacer. No sabes estarte quieta, joder.

Tu cabeza ha arrancado de nuevo. Y quiere mandar a la mierda todo lo que has construido este último año. Así que a tomar por culo, vuelta a empezar.

martes, 19 de marzo de 2019

C.

Cualquier excusa es buena
para justificar la falta de poesía.

lunes, 18 de marzo de 2019

H.

Hace casi diez años conseguí que un señor se suicidara en su garaje mientras retransmitían un partido de los Lakers.

Ahora tan sólo soy capaz de dibujar algunos dramas de desamor y pequeñas crisis existenciales sin importancia.

Será que con los años me he ablandado, y se ha dormido mi imaginación. Al menos, empiezo a hablar desde las entrañas. Y eso es lo que necesito.

E.

La cuestión no debería ser
si te quiere o no te quiere,
sino si te quieres o no te quieres.

(Obviedades que obviamos)

domingo, 17 de marzo de 2019

Tantas vueltas en espiral
acabaron con su con(s)ciencia.

sábado, 16 de marzo de 2019

C.

Cómo admiras su fuerza de voluntad, joder. Porque es obvio le gusta follar contigo. Y probablemente, después de ti, no haya encontrado nada mejor ( o quizás sí, y eres tú la desafortunada ). Pero te conoce, y le das miedo. Sabe que repetir una noche de sexo supondrá besos y carantoñas post coitales, mensajes de texto, algún audio de borrachera y un posible drama. Así que se traga las ganas de comerte el coño y desaparece. Y se deja de historias de campamento, de mamoneo, de ataduras. Así de simple.

En cambio, mírate a ti. Cuanto más se aleja, más le buscas. Al menos has vuelto a follar (aunque tampoco tardaste demasiado, sinceramente) , pero después de cada polvo vuelves a hacer la jodida comparación con él, con su polla y con la rabia con la que os hacíais en amor. Y con él siempre era mejor. Seguramente no era para tanto, pero cuando se te mete algo en la cabeza, es difícil hacerte cambiar de opinión.
Te estás volviendo cada vez más bruta, más agresiva. Y muerdes y arañas y gritas hasta que no puedes más, supongo que para sacar la ira que te come por dentro al saber que probablemente estáis haciendo lo mismo, pero en diferentes camas.
Es tu pequeña obsesión, qué le vamos a hacer. Ni siquiera te masturbas antes de dormir, porque es cuando tus pequeños dramas vuelven a rondar por tu cabeza, y no te gusta mezclar el placer con la tristeza. Tonterías.

Y como buena adolescente escondida en un cuerpo de treintañera, sabes que un día volverás a caer, perderás la poca dignidad que te queda y le escribirás diciéndole que le echas de menos. Quizás intentarás ser más sutil proponiendo un inocente café. Ya encontrarás la manera de contactar con él, y de hacer el ridículo una vez más. Agradece que él será sensato, y te dirá que vale, pero que no es una buena idea. Entonces recapacitarás y le darás la razón. Dejarás de insistir hasta el próximo tropiezo. Y cuando os encontréis, él te dará un beso en la mejilla, te preguntará si todo va bien, y se irá sin despedirse. Y con eso tendrás que quedarte.

 Pero que no cunda el pánico. En el fondo todos sabemos que esto no son más que gilipolleces.

viernes, 15 de marzo de 2019

E.

En Nadordze tienen
una fábrica de nubes.

jueves, 14 de marzo de 2019

L.

Llevo todo el día pensando en mi huelga de latidos. Después de tres años sin publicar nada, ahora intento escribir cada día, convertirlo en una rutina. De hecho, tengo un saco lleno de ideas, de recuerdos, de utopías y de tonterías varias que necesitan escapar de mi cabeza. 

He intentado inspirarme en mi primer viaje en solitario 
(que sólo duró cuatro días y tres noches), 
en los dos meses y veintiún días 
en los que creía que por fin había algo más 
(y en los que, efectivamente, estaba equivocada), 
en el efecto Polonia y sus consecuencias 
(aunque todavía estoy descubriéndolas), 
en el día que me dijiste que no querías 
ser tú quien me cortara las alas 
(y fue la mejor decisión que tomaste nunca), 
en la noche que perdí la dignidad 
con un completo desconocido 
(aunque no la recuerdo demasiado), 
en el por qué no soporto llevar dos calcetines iguales 
(a no ser que sean negros, entonces tienen que ir juntos), 
en mi afición por agarrarme a clavos ardiendo 
y apretarlos hasta que me sangren las entrañas 
(porque si no, sería demasiado sencillo), 
en el don que poseo para tropezar 
más de tres veces con la misma piedra
 (y cuanto más grande sea la hostia, 
menos tiempo tardo en volver a repetir), 
en la manía de no releer (casi) nunca lo que escribo 
(aunque ahora mismo acabo de hacerlo, 
y no paro de añadir mierda al texto).


En fin, que cualquier excusa es buena para empezar una historia. Pero hoy no me salen las palabras, joder.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Un(a)

Una piscina de plástico. Un bañador verde y negro. Unas abejas. Un pastor alemán. Una televisión pequeña. Cangrejos de río. Paella con romero. Costras en las rodillas. Pantalones de pana azul con dibujitos blancos. Una cuesta con muchas piedras. Una bicicleta sin frenos, y sus correspondientes caídas. Pies mojados en el río. Un juego de niños. Un garaje sin ordenar. Un estante lleno de herramientas. El olor a humedad. Polvo en los ojos. Una puerta con vidrio opaco. Una manivela dorada a punto de caer. Una mesa de madera. Unos vaqueros. Una mano. Un silencio. Un instante que parece una eternidad. Otro silencio. Una sonrisa. Una mirada perdida. Una pizca de sol. Un poco de miedo. Una memoria selectiva. Una caja de Pandora. Una llave. Un olvido.

martes, 12 de marzo de 2019

T

Tengo mil historias en la cabeza, 
pero si intento dibujarlas, 
sólo le veo a él acariciándome el pelo 
y susurrando lo guapa que estoy 
mientras duermo. 



No hay peor poesía 
que la que obliga a las palabras 
a salir a la fuerza, 
así que mejor 
me callo.

lunes, 11 de marzo de 2019

H.

Hoy he tenido tantas cosas que hacer que casi me olvido de echar(te) de menos.

domingo, 10 de marzo de 2019

B.

El metro en hora punta, les rambles plenes de guiris, els preus impagables a les terrasses del centre, els diumenges de swing a la Osca, el moderneo innecessari, els carrerons del Born, aquesta manera tan peculiar de parlar català amb la a, les ampolles de vermut de Reus a la General, i les carxofetes al Salvat. El nostre carrer peatonal, la senyora Lola i la pagesa, la rutina que ens ofegava, les birres en el Kop i els divendres en el Floren. El tren a la platja de Sitges dos diumenges al mes a l'estiu, anar a per tu a la feina, passejar amb bicicleta per les afores, els matins al gimnàs municipal, la San Miguel a euro, els dinars amb la mama i la iaia, els dies a Casoplin. Les nits de sofà i manta que acabaven sense peli i de mala gana perquè mai ens decidiem, els pipis de la Inka, la Zoe amb la seva obsessió pels peus, les calçotades, la salsa romescu, la piscineta i el jardinet, la migdiada els caps de setmana a la feina, el dia de la marmota, els nois i les seves històries, l'hort amb les senyores, els cafés al Set, les quedades amb les nenes, la puta al riu, el vull i no puc, el puc i ja no vull. Les bledes amb patata, els drames, les discussions sense fi i el t'estimo diari. La línia lila fins a Bac de Roda i tornar a casa amb la vermella, baixar a Plaça de Sants. La Festa Major alternativa, les tardes a Àgora arreglant el món, i a la xina i a Olzinelles, els concerts, DJ Marikarmen, els macarrons amb tomàquet abans de dormir, ginebra amb llimona i més tard amb taronja, la salsa espinaler, ca' la Maria i el no saber sortir del barri. Fumar en el pati o en la porta de la resi quan arribava la noia del torn de nit, i per suposat de camí a casa, i pel matí si feiem un café. Les torrades del Joans, el cinema a la fresca de Cotxeres, les burguers del Gopal i els menús del VeggieGarden. Fugir els divendres a l'altra part del barri i acabar tornant per abraçar-te abans de dormir, i enfadar-me si no venies. Xocolata amb pa pel dia de reis i uns quants llibres de segona mà i un roser per Sant Jordi. Les fonts de Montjuic, la lluna que s'amaga i la llum de la ciutat quan arriba el capvespre.

Sempre que he dit que Barcelona era una ciutat massa gran per mi, que no podia fer-me a ella, que volia marxar.. I ho vaig fer, abans de que el ciment m'ofegara. I vaig fer bé, però tot i així, de vegades la trobo a faltar.

S.

Si eres tan ilusa
como para creer
en las causalidades,
adelante.

Remueve el pasado,
coge unas cuantas piezas
y aférrate a ellas.

Dale la mano,
que no se escape,
y sueña otra vez.
Aprovecha que los monstruos
todavía duermen.

No tengas prisa,
porque el tiempo
pasará de puntillas
para no despertaros..

..Y la noche
volverá a abrazaros
cuando dejes de buscar
pedacitos de verdad
en el espejo.

Marina

De vez en cuando, me acuerdo de Marina. Nació un invierno del 2012, cuando creía que iba a comerme el mundo con la poesía (y en el fondo era ella la que me estaba devorando a mí poquito a poco).

Bukowski tenía a Chinaski, Heminway creó a Adams. Arantxa inventó a Marina, su alterego como terapia, como solución a sus problemas. ¿Qué pasa? Cada cual se deshace de su mierda como quiere.

Al principio fue maravilloso. Cada semana vivía una nueva aventura. En sus historias, siempre había sexo, soledad dramatizada y cigarrillos. Llegué a plantearme enseñársela al mundo, dejar que conociesen a Marina. Pero me dio mucho miedo que no fuese aceptada, así que tan sólo se la presenté a dos o tres amigas. Nada más.

Lo mejor de todo es que les gustó. Y querían más. Porque Marina es egoísta, una bala perdida, a veces un poco tonta... Pero te engancha. Y te apetece conocerla, y abrazarla, y consolarla. Aun así, no les hice caso. Decidí silenciar a Marina, y les dejé con las ganas.

Cada uno o dos años, me despertaba un domingo de resaca inspirada, y decidía que iba a resucitar a Marina. Así que me ponía manos a la obra: copa de vino, cigarrillos, música relajante, habitación sin luz. Y dejaba que mi pequeña viviera al menos un capítulo más. Un polvo fallido, un cambio de trabajo, un reencuentro fortuito... Cualquier cosa valía para hacerla crecer, y para hacerme creer que esta vez sí, que habíamos vuelto, que Marina había renacido, y por fin iba a sobrevivir.

Pero no. Al día siguiente, la resaca desaparecía y la rutina empezaba de nuevo, y volvía a mi trabajo fijo, a mi nidito de (des)amor, a mis gatas, a las discusiones sin sentido, a las calles abarrotadas, a los setenta y ocho minutos de metro diarios, a beber antes de dormir y a comer para ahogar las penas. Y entre tanta mierda, me olvidaba de las palabras, de las historias, y de la pobre Marina.

Hace tiempo, esa rutina que parecía tan inamovible desapareció. Así, sin más. Y entré en un bucle sin rumbo de adolescencia, de sinsentidos, de subidas y de bajadas. Me perdí en un caos en el que todavía me acurruco cada fin de semana. Se fue la rutina, al menos de momento. Quizás sea por ello que ahora me acuerdo más de ella, que la echo de menos, que quiero que vuelva y abrazarla y consolarla. Porque parece que cuando cuido de Marina me duele un poquito menos el alma. Y creo que lo que escribo no está tan mal, aunque se quede guardado en un word sin formato y sin sentido.

Me consuelo pensando que
cuando todo
se vaya
a la mierda,
cuando no
me salgan
las palabras
y dejen
de existir
los
versos
y
los
besos,
Marina
estará
esperándo(me).

A.

Abusas de los imperativos
(aunque sea para 
hablar de cosas bonitas).
Y de la segunda persona del singular
(porque no eres capaz
de hablarte a ti misma
en primera persona.
Miedica).
Y de los puntos y aparte
(con lo que te gustaban a ti
escribir puntos y seguidos
cada tres palabras) .
Y de la conjunción y
(porque parece que 
todo sea menos duro
si le añadimos una y delante).
Y de los dramas
(porque una poesía
que no sea catastrofista
te sabe a poco).

Pero abusa,
y hazlo.
Y no te cortes.
Y di todo lo que tengas que decir.

(Y recuerda romper tu sonrisa
antes de que pueda verla).

sábado, 9 de marzo de 2019

M.

Me comiste las ganas
Y no sé si quiero
o si tengo
Pero te muerdo
la boca
y la vida,
y me bebo tus palabras
y nos vamos a tomar por culo
antes de que cambies de planes,
porque aquí no se nos ha perdido
N a d a.

viernes, 8 de marzo de 2019

M.

Me duele la garganta
de vomitar tanta mierda.

Y es que hay demasiados poetas
para tan poca poesía.

jueves, 7 de marzo de 2019

H.

Has vuelto a pasearte por mis sueños
sin ni siquiera pedir permiso.

Pero hoy hace tanto frío
en tu mirada
que he necesitado
sacarte de mi casa
y de mi vida..

..Aunque no has dejado
de
encantar-
-me.

Me he quitado de encima
las ganas de echarte de menos,
y he sacudido el colchón para sacar los restos de amor propio que te dejaste.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Desde el (re) inicio de los tiempos.

Escribe, joder.

Aunque no tengas nada que decir.

Valen más cuatro palabras mal dichas
que un silencio intencionado.

Ya has asumido
que no vas a vivir nunca
de tu querida (pero olvidada) poesía,
ni serás una Bukowski
del siglo XXI.

¿ Y qué más da ?

Mejor.

Fluye. Vomita.
Nadie te va a leer.
Y eso en el fondo es bonito.
Porque tus palabras tienen
nombre y apellidos.

Y cuando sabes
que llegarán a pocos oídos,
puedes gritar a los cuatro vientos
que follas sin amor,
que amas sin follar,
que quieres más de lo que debes
y a veces odias demasiado.

No hace falta empezar
una libreta nueva,
un blog nuevo,
ni una vida nueva
para volver a escribir.

(Re) inicia sin miedo.

Porque no cerraste la puerta,
la dejaste entornada.

Y tu huelga de latidos siguió esperándote.


A ti,


que dejas que la mierda
salga a través de la tinta.


A ti,


que regalas versos
a quien menos lo merece,
aunque sepas que jamás
los va a saborear.


A ti,


que se te ha olvidado escribir en papel.


A ti,


que vuelves a la huelga
una vez cada tres años

Y, como siempre,
piensas que ésta
será la definitiva.


Así que aprovéchala.


Y
vomita
verdades
hasta
que
te
la
bilis
te
queme
las
entrañas.

lunes, 15 de octubre de 2018

P.

Pudiste velar sus sueños,
pero decidiste 
volar hacia los tuyos.

Se quedaron las puertas abiertas,
los cigarros a medias,
las palabras sin voz 
y las mentiras sin dueño.

Se perdieron
las formas,
las normas, 
los quizás,
los todavía.

Se apagó la luz.

Y ahora es demasiado tarde
para dejar 
que se duerman 
tus imperativos.

lunes, 19 de marzo de 2018

P.

Pero cómo no íbamos a caer,
si apenas llegaba la noche
caminábamos descalzas
sobre sueños resbaladizos.

Si antes de que la luna hablara
ya le habíamos llenado la boca
de palabrería absurda.

Si ni siquiera 
le dimos tiempo
para respirar.

lunes, 5 de febrero de 2018

E.

Empezó mordiendo 
despacito sus sueños, 
esparciendo las migajas 
por su adorada utopía. 
Pasito a paso, 
sin hacer mucho ruido, 
atrapó las esperanzas 
en sus entrañas, 
y abrazó cálidamente 
a la voz de su conciencia.

Le daba miedo 
mirar hacia delante, 
pero al final decidió 
dejar que las nubes 
siguieran su camino, 
antes de que la luna
consiguiera devorarlas..

viernes, 4 de marzo de 2016

Atropello intencionado.

Quiero vivir atropellada, y que tus neumáticos me despierten cada mañana con cosquillas en las costillas, que mi indecisión se pierda en la autopista de lo razonable y me deje en paz, que no me dé miedo bajar de la acera, ni correr por la carretera sin que me cojas de la mano. Quiero que los mordiscos en las mejillas se salten los semáforos, que haya un polvo esperándonos en cada gasolinera, que las palabras feas se escurran por el alcantarillado de la ciudad, y las bonitas se divulguen en los paneles de tráfico. Quiero que los callejones sin salida se manchen de latidos, que nuestros pasos se queden grabados en el asfalto. Que me atropellen las prisas por darte un beso.

lunes, 22 de febrero de 2016

(Re) Huelga de latidos.

Cerró los ojos, a la espera de que las palabras viniesen por si solas, como hacían antes... Dejando salir sentimientos disfrazados con historias inventadas, para no olvidar absurdas anécdotas a las que sólo ella podía poner nombre y apellidos. 

Había prometido dejar de fumar antes del atardecer, pero le encantaba golpear el teclado con un cigarro entre los dedos. Las letras se mezclaban con el humo, las teclas se llenaban de ceniza, y no avanzaba. Aquella poeta que había vivido en ella, que vomitaba cuentos cada noche, estaba dormida.. 

Quiso arrancar la voz de sus entrañas, olvidar la idea de volver a intentarlo. Pero no, esta vez no se rindió. Iba a hacerlo. La pequeña poeta se iba a despertar, aunque tuviese que pasar noches en vela buscando las palabras.

Ahora que su corazón latía con más fuerza que nunca, quiso resucitar su rincón más preciado, esa parte de ella que tanto le gustaba releer. Su propia huelga de latidos.

Y algo le dijo que lo conseguiría.

domingo, 19 de febrero de 2012

A.

Oníricamente hablando

como quien lame los ojos
de un unicornio cansado

o pinta los días
con palabras sin sentido

y melodías escondidas
en el humo de los coches

creyendo en causalidades
que un día tuvieron sentido

en un ayer

que

tiembla.

Solo.

Perdiéndose en una ciudad
donde el tú ya no existe,
y el yo ha caducado.

domingo, 27 de febrero de 2011

24H

Quiero que quieras por un día. Me citarás en un mercado de colores, y me buscarás entre el gentío, y cogerás mi mano con delicadeza, y tomaremos café, y fumaremos pausadamente, y me sonreirás, y me llevarás a un rincón secreto, y nos revolcaremos en el césped, y seguiremos con la ropa puesta, y volverás a cogerme la mano, y me llevarás hasta tu portal, y te harás de rogar, y abrirás la puerta, y me subirás en brazos, y me lanzarás sobre la cama, y besarás cada poro de mi piel, y dejaré que me hagas el amor, y dormiremos abrazados, y me despertaré con el olor de nuestras tostadas, y comeremos bajo el sol, y me dirás que soy la mujer de tu vida, y desearás poder acostumbrarte a estar conmigo, y me sonrojaré, y te besaré, y miraré el reloj, y veré que es tarde, y me despediré de ti, y me rogarás que no me vaya, y que te llame, y que te muerda los labios manchados de mermelada. Y bajaré las escaleras de dos en dos, mientras mirarás de reojo cómo tambaleo el trasero. Y saldré del portal, y cerrarás la puerta, y me perderé entre la muchedumbre. Y desaparecerás para siempre, y no dejarás huella en mi camino, y no volverás a quererme.

lunes, 10 de enero de 2011

Teenager

Era una jodida adolescente. Enamorada del protagonista de su serie favorita, y de un chico mayor del que ni siquiera sabía su nombre. Y cuando llegaba la noche, se masturbaba tímidamente, mientras soñaba con lenguas utópicas que recorrían su entrepierna.

domingo, 31 de octubre de 2010

Me gusta lamer las entrañas de tus latidos.

martes, 12 de octubre de 2010

So ugly

Non importa canto escote póñaslle á túa vida. Sempre serás a nena menos bonita do barrio.

domingo, 3 de octubre de 2010

Alguien

Alguien que me dé los buenos días con un mordisco en los labios, que me diga lo guapa que estoy con legañas, que me dibuje espirales antes de dormir. Alguien que me calle cuando hablo demasiado, que me haga soñar, que me regale cuatro palabras tontas pero bonitas en un papel cuadriculado. Alguien que me acompañe en las sesiones de película y manta, que me mire de reojo cuando nadie se dé cuenta, que disfrute conmigo de la lluvia. [..] Alguien, pero el aire huele a nadie.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Platos.

Las noches están llenas de amores platónicos.
El mundo está lleno de amores platónicos.
La vida está llena de amores platónicos.

sábado, 26 de junio de 2010

Homicidio

Esta por robarme besos a escondidas, esta por no pararme los pies, esta por pintar sueños inventados, esta por arrancarme la sonrisa, esta por ensordecer mis palabras, esta por cortarme las alas, esta por intoxicar la realidad, y esta por comerme el corazón.


Y así, la pequeña princesa mató a su príncipe envenedado a cuchillazos.

miércoles, 16 de junio de 2010

Mentirosa

Hace muchos, muchos años, en una ciudad sin calles y sin sonrisas, vivía una señorita que se pintó de gris y se vistió con la armadura más dura del mundo. Todos pensaban que era la más fuerte, la más valiente, la que siempre hacía lo que quería. Lo que no sabían era que, detrás de esa montaña de hierro, el corazón se le deshacía a pedazos.

jueves, 3 de junio de 2010

Sabes que en el fondo te quiero. ¿No te das cuenta de que lo mío con la noche es tan sólo sexo ?

viernes, 21 de mayo de 2010

Sud

Cogí un tren con destino a tu ciudad, acompañada por tres primos, dos tias, cinco amigas. Enseguida encontré tu casa, tu pequeño rincón, en una calle de piedra y bullicio de gente desconocida. Había un bar con tu nombre y, cuando estaba dispuesta a entrar, aparecí de repente en la casita de la magia, con sus pequeños gnomos cantando alegremente. Necesitaba irme. Bajé corriendo las escaleras y llegué a una plaza desierta. Vi a tu padre, a tu madre, a tu hermano. Y enseguida te vi a ti, después de tantos años. Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. Asfixiamos la distancia con un abrazo, y lloramos a carcajadas. Seguías oliendo igual de bien. Te fuiste, y yo me perdí con mis acompañantes por tu pequeña ciudad, disfrutando de ellos, pero buscándote de vez en cuando de reojo. El sol se escondió, salió, y te volví a encontrar, sentado en un banco, mientras esperabas a tu chica al compás de un cigarro. Hablamos y hablamos, no recuerdo muy bien de qué, pero seguro que sonaba bonito. De repente, escuchamos el pitido del tren, y volvimos a la plaza desierta, donde me esperaban los demás. Me regalaste un abrazo, y me prometiste que volveríamos a vernos antes de lo que pensaba. Y así espero que sea. Hasta el próximo sueño.

domingo, 16 de mayo de 2010

Yo, y más yo

Ya no recuerdo cómo se hacía eso de narrar historias, de redactar pequeños pensamientos, de pintar con letras las pajas mentales que neambulaban por mis entrañas. Últimamente tan sólo invento cuentos antes de dormir, cuando estamos a solas mi cabeza y yo, cuando los sueños llaman a la puerta para meterse bajo mis sábanas. Yo hablo conmigo. Y con nadie más. Jodida egoísta.

sábado, 1 de mayo de 2010

Y un nudo en las entrañas le obligó a vomitar la verdad.

domingo, 28 de marzo de 2010

That's all

El problema empieza cuando ya no me apetece follarte, cuando prefiero darte un beso. Cuando el placer se convierte en amor.

viernes, 19 de marzo de 2010

tiquití

He vuelto a ahogar ´
penas con alcohol



Sopla el viento
en cualquier lugar,
y yo sólo veo un sol
que se esconde antes de nacer,
que la luna no quiere su amor.


Y un callejón que ayer lloró
por un poquito de luz,
se refugia después de las diez,
y sus manos no quieren creer
que la vida se olvida de él..

domingo, 7 de marzo de 2010

Y la niña de la mirada perdida dejó de soñar, mientras una bofetada de realidad le golpeaba la cara con una fuerza sobrehumana.

sábado, 27 de febrero de 2010

Más tardes negras

[..] Cada mañana, las sábanas que envolvían un desgastado colchón le preguntaban por el sabor del placer, ese que hacía tanto que no las acariciaba. Ana les contestaba encogiéndose de hombros, pues ya ni siquiera recordaba a qué olían los besos, ni qué era eso de dormir abrazada. A decir verdad, nunca había podido perderse en sueños entre los brazos de un extraño, y menos aún de un conocido. Su último novio la dejó porque no podía quererla demasiado, porque tanto amor propio le impadía repartir caricias y palabras bonitas. Ya habían pasado noventa y dos días desde que Mario se marchó, después de compartir tan sólo dos semanas y media. Pero Ana seguía recordándole de vez en cuando.



Sin permiso alguno, una pequeña mariposa se coló por la ventana de la cocina, y empezó a revolotear alrededor de Ana. La miró atónita. Acababa de enamorarse de un insecto con fantasía en las alas. Su mirada quedó hipnotizada con los colores de la mariposa, y los transeúntes de la calle pasaron a formar parte de un segundo plano. Con la última calada, abandonó el sofá rasgado para seguir los pasos de la intrusa voladora. Inconscientemente, abrió el balcón y salió. Era la primera vez en las últimas dos semanas que un poco de aire fresco rozaba los poros de su piel. Ana se quedó paralizada. La maldita mariposa le había sacado de su refugio hasta estamparle contra la realidad de la que intentaba huir. Escuchó las risas de los niños, las quejas de los ancianos, los labios de los adolescentes juntándose en callejones desconocidos, las palabrerías de los políticos, los cotilleos de las señoras. Y una dulce voz que tarareaba una canción desconocida. De pronto, sus latidos arrancaron de nuevo, y latieron con más fuerza que nunca. Daba la sensación de que el corazón, nervioso y agitado, iba a salirse del pecho para poder buscar al dueño de esa boca cantarina. Pero Ana le tranquilizó, pues no iba a hacer falta que se escapara de su cuerpo. La pequeña mariposa se había colado en su estómago, dándole la fuerza suficiente para ser ella misma la que abandonara su viejo salón, y saliera en busca del sonido que removía sus entrañas. [..]



Primera parte aquí.

viernes, 26 de febrero de 2010

Noviembre 2oo7

Sin saber porqué,
lloramos recuerdos,
y la distancia se enfrió
con cada silencio
que salía de nuestra boca.

Buscamos besos,
abrazos, tal vez miradas.
No encontré nada,
y tú tampoco.
Pero no volviste a por mí,
ni fui capaz de pedirte
que lo hicieses.

Llegué a ese banco
en el que un día soñamos.
Sin saber porqué,
estabas allí, esperando,
con la mirada perdida,
y una pequeña mueca
que pedía perdón,
que lloraba añoranza.

Estás cansado,
y tienes frío.
No tiembles más,
que yo te abrazo.
No nos queda calor,
pero mis palabras abrigan.




Recordando viejas pajas mentales.

domingo, 21 de febrero de 2010

Tardes negras

Se sentó en el sofá rasgado y, mientras veía cómo el sol se escondía tras los tejados de su triste ciudad, encendió un cigarro. El humo nublaba sus ojos llorosos, y una canción desconocida mecía de fondo sus latidos entrecortados. Hacía unos meses que había dejado de fumar, pero un cúmulo de recuerdos le asfixiaba el corazón, y las caladas, lentas y con sabor a noches de lujuria, calmaban su respiración.

Ana vivía sola, en el sexto piso de un edificio casi en ruinas. Llevaba dos semanas refugiada en su salón, con el ruido de la televisión como única compañía, y la mirada perdida entre los desconocidos que paseaban bajo su ventana. Algo iba mal, muy mal. Pero todavía no había podido descubrir qué era lo que le había robado su sonrisa. Siempre había sido una chica optimista, feliz, que disfrutaba de los segundos de la vida, pero un día, sin saber por qué, se despertó con los ánimos arrastrándose por las tuberías, y con un vacío en el pecho que nada conseguía llenar. Ya nadie llamaba a su puerta, el teléfono había dejado de sonar, y sus labios cortados no habían articulado palabras desde hacía días.. [.
.]

domingo, 7 de febrero de 2010

Yonkis

Somos todos unos yonkis. Y no de heroína, ni de farlopa. Yonkis de la televisión, de las caricias, de la comida rápida, del placer, de los miedos, de internet, de los cotilleos, de las buenas compañías, de los orgasmos, de la autocompasión, de los bollos de chocolate, del facebook, del tuenti, del flickr, myspace, blog, messenger y youtube, de cigarros para dos, de la vergüenza perdida, de los bostezos, de los mordiscos, de.. [..]

domingo, 31 de enero de 2010

Loca, demente, perturbada, desequilibrada, alienada, chalada, chiflada, lunática, maniática, ida, majareta.

sábado, 30 de enero de 2010

Mágoa

Deja que se encharquen tus latidos,
que ya nadie quiere oír sus pasos
al caer la noche risueña,
neambulando por las calles
del destino incierto..

martes, 19 de enero de 2010

[..]




Y tú un maldito hijo de puta.

viernes, 25 de diciembre de 2009

La niña de las trenzas deshilachadas pasaba la noche quemando pulmones con caladas ajenas, ahogando hígados con tragos de más, mordiendo lenguas que no querían ser amadas..

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Calle Tesoro

Habían más de ocho coches en el aparcadero de la colina. De todos salían gemidos y cristales empañados por placer. De todos, menos del cadillac verde. En ese auto sólo se escuchaba una emisora desconocida de fondo, mientras los dos pasajeros se miraban de reojo. Ella, una joven quinceañera, enseñaba su rebeldía adolescente con un escote bien marcado, pero todavía quedaba algo de niña en ese lazo que adornaba su cabeza. Él, en cambio, quería hacer creer que era un rebelde sin causa, un dieciochoañero que podía con todo, equipado con su chupa de cuero, sus vaqueros desgastados, y una chulería que más de una vez le había fallado. Hacía apenas tres semanas que empezaron a salir, pero todavía no habían pasado de los cuatro besos y las cinco carantoñas. Él no paraba de intentarlo, y esa noche volvió a hacerlo. Disimuladamente, subió la mano por la rodilla de ella, intentando refugiarse entre su falda, pero rápidamente ella le apartó, enojándose, justificando que era demasiado pronto, que todavía no estaba preparada para ello. Pero él usó la táctica que nunca falla. Le susurró al oído que nunca había estado con nadie como ella, que le recorrían escalofríos con solo escuchar su nombre, que sabía que aquella noche tenía que ser la noche. Que estaban hechos el uno para el otro, y con eso les bastaba. Intentó acariciar su pierna de nuevo, y ella dejó de quejarse. Él avanzó lentamente, dibujando espirales en cada poro de su piel, hasta acariciar con suavidad la puntilla de sus bragas. Ella se estremeció, y llena de nervios, empezó a rebuscar en su bolso. Sin pensárselo dos veces, sacó las llaves de casa, y con una mirada le dijo todo lo que necesitaba para que cogiese el volante y apretase a fondo el acelerador. Subieron a casa a trompicones, entre risas, besos y mordiscos. La ropa iba esparciéndose por el pasillo. Corrieron, con la respiración entrecortada, hasta llegar a la habitación de sus padres. Ya estaban completamente desnudos. tumbados en la cama, comiéndose a bocados las ganas de hacer el amor. Ella se asustó. Nunca había visto un pene, y menos en erección. Pensar que eso iba a entrar dentro de ella le hizo sobrecogerse. Pero él le acarició lentamente la sonrisa, los pezones, el ombligo, el clítoris, incluso el corazón, y ella empezó a relajarse, hasta que se dejó llevar. Sintió que él ya había entrado, que todo iba cada vez más desprisa, y a la vez más lento, que perdía la noción del tiempo, y que estaba en un cielo que jamás había saboreado. Gritó con fuerza, y cuando volvió en sí, vio la cabeza de su novio apoyada sobre su pecho, murmurándole versos y humo entre los labios, hasta quedarse dormidos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Lidia

Lidia ya tiene trece años. Mañana es la fiesta de cumpleaños de Marta, y su madre le ha prometido llevarla al centro comercial para comprarse un conjunto para la ocasión. Todavía no se lo ha dicho, pero Lidia quiere convencer a mamá para ir a esa tienda que tanto le gusta a su hermana, porque ya no es una niña. Se está haciendo mayor. Hace tres meses que recibió su primer beso, y la semana pasada dio su primera calada. Además, está empezando a enamorarse, y ya se sabe que eso es cosa de adolescentes, y no de niñas. Jorge le acelera el corazón cada vez que se cruzan por el pasillo y él le mira de reojo dedicándole una sonrisa. Mañana irá a la fiesta, por eso Lidia espera estar más guapa que nunca. Quiere comprarse una de esas faldas que quedan por encima de las rodillas, y una camisa algo escotada. Ha leído en alguna de las revistas de su hermana que es más fácil seducir a un chico cuando le saludas con las piernas y te despides con el canalillo. Además, va a estrenar su primer sujetador, de color rosa clarito, heredado de su hermana mayor. También quiere pedirle que le maquille, no demasiado, pero sí lo suficiente para gustarle a Jorge, y conseguir ese beso que tanto ansía. Pero Lidia no puede hacer nada desde su cielo. Lidia está muerta. Y todo por culpa de un padre desgraciado que no supo parar a tiempo.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Y la pobre niñita, viendo cómo su globo rojo se le escapaba de las manos, gritó esa palabra que hacía nudos con su intestino, retorcía la boca de su estómago, despertaba sus ganas de vomitar y arañaba sus ansias de vivir. A s f i x i a.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Seiscientos rojo

Tenía un seiscientos rojo. Rojo intenso, "como tu espíritu", solía decirle su padre. Cuando ponía en marcha esa cafetera que se hacía llamar coche, todo el mundo le miraba. En el centro comercial, en la playa de moda, en la salida del bar. Su motor estridente y su chapa abollada por los golpes de los años se convertían en el centro de las miradas, despertando disimuladas risas al compás de sus andares. Pero a él le daba igual. A veces, hasta le gustaba. Le excitaba que desconocidos transeúntes se detuviesen a observarle, a su coche y a él. Los días con demasiado tiempo, incluso reducía la velocidad para poder alargar este pequeño placer. Lo que más le agradaba es que esos ojos desconocidos, que le miraban con ingeniudad, no sabían nada del seiscientos, ni del greñudo con barba de seis días sentado al volante, ni de los polvos que se habían vivido en el asiento de atrás. Aun así, los observadores asentían con la cabeza cada vez que le veían, creyendo conocer todo sobre él. Que el coche era sacado del desguace, que el greñudo al volante gritaba paz y amor todos los días al levantarse, tenía un zoológico de piojos en su cabeza y era vegetocomunista activo, y que el asiento de atrás estaba decorado con esperma y fluidos vaginales de personas desconocidas para el conductor y para los propios amantes de una noche, que dejaron su huella en ese coche follando con unos y con otros.. Cómo se equivocaban. Marcos vivía en un barrio residencial, con tres sirvientas y cinco súbditos, y prefería conservarse virgen; trabajaba como jefe de guerras clandestinas en callejones de la ciudad - Un oficio desconocido, pero bien remunerado. Sus víctimas favoritas eran los niños descalzos con restos de mugre alrededor de su corazón-, y su melena tan sólo era fruto de un deseo, que un día u otro llegaría a cumplir: Poder limpiarse el culo con su larga cabellera, el sueño de muchos americanos adictos a extraños estupefacientes que distorsionan demasiado la realidad. Su espíritu rojo se había desteñido. Todos los principios en los que creyó se habían ido a la mierda. Y eso le gustaba.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Allí estábamos, tú y yo, roedados de miradas atónitas, demasiado conocidas, que observaban el ovillo que habíamos construido con nuestros cuerpos en el sofá de la habitación. Practicábamos sexo sin penetración, silenciosamente, mientras la cremallera de tu pantalón jugaba con mis medias de rejilla..
Se me han caducado los latidos, y las palabras, y las papilas, y las pupilas, y la saliva, y todo todito todo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Tengo un agujero enorme
en mi pequeño corazón.

jueves, 15 de octubre de 2009

Amor propio.

Ahogué las ganas de llorar, callando la respiración contra la almohada, mientras la yema de mis dedos, cansada de tener que acompañarme en las frías noches de verano, se distraía dibujando corazones deformados en los rincones de la cama. Mis ojos se perdían en cada movimiento, siguiendo el ritmo con las pupilas. No veía simplemente líneas, sino que dentro de cada garabato había algo extraño. No podía distinguirlo, pero cada vez que acariciaba uno de esos corazones, mis latidos susurraban pequeños orgasmos. Poco a poco, fueron alzando la voz, y extendiendo por mi cuerpo el cosquilleo que se había apoderado de mis sábanas. Por un momento, me imaginé al vecino del tercero gritando de placer al oír los gemidos que emitía alguien que no era yo. Busqué mi dedo pintacorazones, pero ya no estaba perdido entre garabatos. Se había escondido entre mis piernas, jugando a pintar espirales de amor. De amor propio. Y me dejé llevar.

viernes, 9 de octubre de 2009

Putxs, alcohol y literatura.

"Amaba la vida. A su manera. Amaba el alcohol. Las calles. Las mujeres fáciles. Amaba el día y la noche. Amaba aquello que él denominaba la mala literatura. Y todo, bajo el prisma de un hombre que no tenía dueño, tan sólo comprometido con la bebida y con su vieja máquina de escribir. Odiaba el trabajo. La vida ordenada. Limpiar los platos. Cortarse las uñas. A los críticos literarios. A los escritores. A la gente que nunca le invitaba a un trago."




F.Rodríguez -Bukowskiando-

martes, 29 de septiembre de 2009

Dr Mr

La niña de la sonrisa torcida quiere y no puede, puede y no quiere. Le enseña los dientes a la vida y, a la hora de morder, se le encoge la rabia, y la inocencia se asoma por los poros de la piel. No deja de reír ante la muerte, y llora al saborear pedacitos de felicidad. Todas las mañanas, con un vaso de leche en la mano, se monta en la montaña rusa de esa cosa a la que llaman vida, para dar paso a su inestabilidad emocional. Y sube, y baja, y vuelve a subir, y baja de nuevo. Su madre siempre se lo decía, antes de que la niña de la sonrisa torcida le asesinara después de un cálido abrazo: "Cariño, no sé a quién has salido, pero tu vida parece una traducción barata de Dr Jekyll y Mr Hide."

viernes, 25 de septiembre de 2009

Underwater


Con las entrañas encharcadas y los recuerdos mojados, la vida sabe un poquito mejor.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Blablabla


Sin saber porqué, te eché de menos una noche más, a pesar de haberme prometido tropecientas veces que no volvería a hacerlo, que ya había pasado demasiado tiempo, que no valía la pena seguir con tantos sueños. Sin permiso alguno, sentí tu lengua recorriendo mi boca, aunque estabas a kilómetros de distancia. Tus manos dibujaron espirales en mi ombligo, y un suspiro entrecortado intentaba contarme secretos al oído. Un escalofrío recorrió toda mi piel, pero un calor conocido me arropó bajo la luna. Era el último día que pasé entre tus brazos, escuchando lentamente tu respiración, haciéndola mía. Y con la mente dormida, los latidos descompasados, y nuestras manos entrelazadas en un mundo de cristal, me perdí entre la realidad onírica que anidaba en mis adentros, con una pequeña sonrisa escondida entre mis mejillas, pero echándote de menos todavía.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Pito, pito

Sentada en el sofá, con un trabajo temporal y sin ahorros, viviendo de alquiler, con el vino y los ganchitos mezclándose en la boca con el humo del tabaco. Ocho gatos y tres perros cubren el suelo del salón, revolcándose entre la mierda de la noche anterior. Películas de porno barato se acomodan en la mesita, y la soledad, de vez en cuando, se presenta sin permiso. "Qué vida más triste", dirían algunos. Pero quien confía en el destino y se deja llevar, no siempre sale bien parado. Son los riesgos del azar.

domingo, 13 de septiembre de 2009

.

Punto y coma
Punto y seguido
Punto y aparte
Punto final

sábado, 5 de septiembre de 2009

En un momento de inconsciencia, perdí la conciencia. Te besé. ¿Y qué? Tus labios eran ásperos como el esparto, arañaron mi inocencia hasta hacerme reaccionar. Me fui, para seguir buscando ese príncipe decualquiercolor que todavía desconozco, que no sé ni si existe, que quién sabe dónde estará..

domingo, 23 de agosto de 2009

Palabras caricias manos entrelazadas miradas indecisas ojos que deciden pequeños besos besos más fuertes cuerpo con cuerpo falta de ropa respiración entrecortada más caricias risas absurdas deseo oscuridad labios mordidos espirales piel sudorosa latidos excitados sentimiento y sensación orgasmo abrazos sonrisa humo otro beso despedida

lunes, 17 de agosto de 2009


Allí estabas tú, en tu pequeño rincón, pero tus ojos ya no brillaban como antaño, la fuerza se te escapaba con la vida. Y al cogerte entre mis manos, sentí tu calor, pero ya no trepaste por mi espalda, ni castañeaste tus dientes; casi ni me miraste. Simplemente estabas ahí, esperando ese sueño del que nunca despertamos. Y dijiste adiós.

Hoy descansas de la vida, con el mar bajo tus pies, acariciando la arena de esa playa que tanto me enamora, y que espero que a ti, desde donde estés, también lo haga. Hasta siempre, pequeña.

jueves, 30 de julio de 2009

Se encaprichó tanto con un sueño
que acabó escapándosele la vida.

miércoles, 29 de julio de 2009

Non

" París non é a cidade do amor,
a cidade do amor é onde ti me digas.
"


lunes, 20 de julio de 2009

Sus dedos atravesaron una cortina de humo que separaba unos labios sedientos de lujuria. Acarició cada poro de su piel con la yema de los dedos, y se dejaron llevar. Tan sólo habló el silencio, y las manos entrelazadas que decían más que cientos de palabras gritando al unísono. El cielo estaba rojo, rojo de alegría y placer. Parecía que todo había sido demasiado agradable como para dejarlo marchar. Pero las nubes reemplazaron a las estrellas, y las manos ya no se abrazaban. Sus miradas cambiaron a la luz del sol. Él se fue, con un nudo en el estómago, y esperando poder volver a reencontrarse con esos labios, aun sabiendo que probablemente nunca volvería a hacerlo. Ella, en cambio, se marchó con una pequeña sonrisa y una página en blanco para empezar a rellenar de nuevo. No le gustaba eso de perderse en los recuerdos.

jueves, 16 de julio de 2009

Era un jodido lunes. Los despertadores gritaban desesperados, ensordeciendo a trabajadores cansados, despertándoles de un profundo sueño. La ciudad se ponía en pie, dispuesta a seguir los pasos del borreguismo de la capital. Pero en la cuarta planta de la sexta avenida, alguien no despertó. El sonido estridente del reloj decidió permanecer callado, dejando que su víctima matutina siguiese perdida en sueños viejos y caducados, pero sueños al fin y al cabo.